Por acción u omisión, todos son responsables

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23 October 2018

Tengo que reconocer que —una vez más— pequé de ingenuo. Cuando recién se instalaba la actual legislatura, yo sí llegué a creer que esta vez, los diputados harían las cosas de manera diferente, y nos sorprendería gratamente, eligiendo en tiempo y forma a los mejores candidatos a magistrados de la Corte. Ingenuidad que raya en otro epíteto menos decoroso y por ello más vergonzoso.

Tuvimos señales más o menos positivas al iniciar el proceso de elección de magistrados, pero las mismas se disiparon bastante rápido, cuando fue quedando en evidencia que las entrevistas efectuadas a los candidatos, no tenían como propósito indagar, cuestionar, identificar mérito, trayectoria, moralidad y competencia. Las entrevistas no fueron más que un placebo que por un corto tiempo hizo efectos en los ciudadanos.

En muchos de nosotros, el desengaño ocurrió cuando en medio de la final de la copa mundial de fútbol, comenzamos a enterarnos de los “listados” de candidatos preferidos por los partidos políticos. Nos agriaron la final y nos evidenciaron que seguían anquilosados los intereses pasados. Todos los partidos propusieron a varias personas que no reunían en lo absoluto las exigencias constitucionales.

Fue tan burdo el ejercicio de los listados preliminares, que las reacciones de la sociedad civil fueron inmediatas y contundentes. Las redes sociales y la casi totalidad de los medios de comunicación prestaron la plataforma suficiente para que la ciudadanía le hiciera notar a los diputados, que estaban cometiendo una barbaridad y que eso no se los dispensaríamos.

Y como ninguno de los diputados quería hacer la tarea que dijeron que harían, con la excepción del diputado no partidario, la sociedad civil se tuvo que encargar de nuevo, supliendo su omisión y elaborando los baremos que objetiva y técnicamente medirían a los candidatos. Pero ni así quisieron reconocer que estaba claro quiénes eran los profesionales con los mejores perfiles.

Desde entonces y hasta la fecha, han transcurrido más de 100 días de retraso en la elección, sin que avizoremos una pronta solución al gravísimo problema en que nos han metido. No es alarmista decir que, con su omisión, los diputados nos han colocado en una crisis constitucional sin precedentes; están violentando nuestros derechos fundamentales, están trastocando el Estado de Derecho y continúan actuando con total y absoluta displicencia.

Más allá de las responsabilidades constitucionales, administrativas, civiles, deontológicas y hasta penales que pueda ocasionar la omisión, porque los daños ya están causados, ha llegado la hora de que los diputados que sí quieren hacer bien las cosas tomen la batuta en este tema.

Me consta que en todos los partidos políticos hay diputados que quieren elegir ya y que quieren elegir a los mejores profesionales; pero también me consta que ellos mismos se han dejado arrastrar por quienes solo piensan en sus intereses. Entiendan que la afectación que nos están causando a los ciudadanos también la generan ustedes por su omisión, por su pasividad, por su comodidad.

No basta decir que ya están listos para elegir, con repetir que quieren elegir a los mejores, o con hacer notar que se sonrojan porque nos han llevado a esta crisis. Tampoco se vale esconderse en el hecho de que, por no estar en la Comisión Política, ya no hay nada que hacer. Esa es una posición en extremo cómoda.

La situación es caótica y requiere medidas acordes. Ya en otras oportunidades lo he expresado pero ahora reitero mis sugerencias: a) recompongan la Comisión Política pues está claro que sus actuales miembros no pueden llegar a acuerdos y de nada sirve la pantomima semanal; b) una vez recompuesta la Comisión, escuchen a los actores de sociedad civil que elaboraron los distintos baremos para evaluar a los candidatos; c) entrevisten a los quince candidatos mejor evaluados en los baremos ya existentes; d) para esas entrevistas, elaboren previamente su propio baremo, de forma tal que de manera transparente, califiquen ustedes mismos; E) declárense en sesión permanente.

No pueden seguir haciendo lo mismo o peor aún, haciendo nada. Si los diputados que dicen que quieren hacer bien las cosas no toman la batuta de inmediato, ningún distingo existirá en relación a su responsabilidad.

Doctor en Derecho, abogado

y docente universitario