“Remake” de TLC al norte de América

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22 October 2018

Desde que el presidente Trump asumió el cargo prometió renegociar o denunciar los Tratados de Libre Comercio que consideraba injustos para Estados Unidos. Desde entonces escuchamos a algunas personas hablar de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) está prácticamente muerto. Pero en realidad, pronto se tendrá una nueva revisión negociada, con acuerdos que significaran prácticamente un reemplazo.

Todo lo que se sabe es que los líderes de los tres gobiernos acordaron un nuevo Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá, cuyo acrónimo menos pronunciable es USMCA.

Los tres países son democracias representativas con sistemas federales que deben aprobar los nuevos términos. Sus poderes fácticos no lo han hecho aún y pudiera ser que no lo hagan nunca. Para los inversionistas, eso significa que el peligro de una implosión comercial en América del Norte ha retrocedido, pero aún sigue latente y no se puede celebrar nada todavía.

En lo personal creo en el libre comercio, pero durante mucho tiempo he sido escéptico acerca de los tratados de libre comercio. Primero, porque no se trata de libre comercio; sino de un comercio administrado, generalmente administrado a favor de personas políticamente influyentes en cada Parte. Segundo, porque el proceso por el cual son alcanzados es inconsistente con la democracia. Es posible que haya oído que estos tratados se negocian en secreto, lo cual no es del todo correcto.

Las grandes corporaciones están en las conversaciones desde el principio. Consiguen expresar lo que quieren y empujan a los negociadores oficiales en dirección de sus intereses. Las personas normales, como los votantes, trabajadores y consumidores, tienen una influencia casi nula y hasta cuando ya es muy tarde, cuando los acuerdos llegan a la etapa legislativa, en un punto sin retorno de lo tomas o lo dejas. Este ha sido el caso, tanto de republicanos como de demócratas. Ninguna de las partes tiene las manos limpias. Es por eso que la Asociación Transpacífica (TPP) que el gobierno de Obama negoció y Trump mató, tuvo favores especiales para ciertas industrias y compañías.

Como dije, los votantes, trabajadores y consumidores son invitados al último proceso. Por lo cual no debería sorprender sus objeciones.

Recientemente, el Washington Post informó que los líderes de AFL-CIO (sindicatos laborales) están profundamente decepcionados por los textos de USMCA, que no incluyen medidas para hacer cumplir las disposiciones de protección que contienen y aparentan proteger a los trabajadores. El proyecto de acuerdo dispone proteger el derecho de huelga de los trabajadores, amplía algunos salarios mínimos y aborda los problemas de intimidación de los trabajadores. Pero el portavoz de la AFL-CIO dice: “Esas son palabras bonitas en el papel a menos que haya un plan sistemático real para determinar cómo se aplicará”. Los sindicatos de trabajadores de las industrias de automóviles, acero y otras, hicieron comentarios similares.

Los trabajadores organizados tienden a tener más influencia sobre los demócratas que sobre los republicanos, pero no está claro que todos los republicanos de la Cámara y el Senado apoyen lo negociado en USMCA. Necesarios serán los votos demócratas y obtenerlos será difícil si los sindicatos no están a bordo. Actualmente no lo están.

Esta queja hace que sea difícil el cierre del acuerdo. Bajo el “fast track” (vía rápida), el Congreso puede votar positivo o negativo, como está escrito. No pueden revisarlo, como quieren los sindicatos, y de ser posible matarlo.

Y no son sólo los trabajadores. El comité editorial del Wall Street Journal, que generalmente es pro-Trump, calificó USMCA como “peor que NAFTA” y predijo que, en el mejor de los casos, los negocios de los Estados Unidos serían ambivalentes.

Exministro de Economía