¿Muerte a la Pena de Muerte?

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19 October 2018

Cuando se trata de la muerte, nuestra muerte, solemos ser esquivos, escuetos y en ocasiones agresivos con quienes nos plantean esta posibilidad. Sin embargo, cuando se trata de la muerte de alguien más, podemos ser curiosos, incisivos e impetuosos en las preguntas. Con la Pena de Muerte sucede lo mismo, nos comportamos como si la posibilidad de sufrir la Pena de Muerte fuera de otros y no la nuestra. No importa que tan malos o virulentos podamos creer que somos, no pensamos que ameritamos semejante castigo. Los “otros” o los “demás”, ellos sí la pueden merecer. Mecanismo de defensa, dirán los que conocen de los procesos de salud mental. Todos los demás podríamos denominarlo: ¿hipocresía, ignorancia o duplicidad?

Con respecto a la Pena de Muerte solemos tener nuestra opinión, ya sea a favor o en contra, difícilmente se puede obtener una resolución intermedia, sobre tan importante tema. Este veredicto, a favor o en contra, casi siempre llega a nosotros por inercia, por «difusión de la información». No nos hemos comprometido con nosotros mismos en meditar y estudiar la problemática.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que sobre la problemática de la Pena de Muerte, solemos tener «un mar de conocimientos de solamente un centímetro de profundidad». Sin embargo a pesar de esto discutimos acaloradamente sobre el tema en cuestión, sin estar suficientemente informados.

En temas como este, siempre es prudente basarnos en algunas estadísticas: durante 2017 la mayoría de ejecuciones se realizaron en China, Irán, Arabia Saudita, Irak y Pakistán en orden descendente. Ese mismo año Amnistía Internacional registró al menos 993 ejecuciones en 23 países, una reducción del 39 % con respecto a las 1634 ejecuciones que se realizaron en 2015. Estados Unidos sigue siendo el único país en América que práctica la Pena de Muerte.

Según el Pew Research Center, sorprendentemente hasta un 73 % de cristianos evangélicos a nivel mundial está a favor de la Pena de Muerte y un 43 % de católicos considera que esta sea una opción para hacer prevalecer la ley. Paradójicamente un 62 % de personas está a favor de un aborto; sin embargo, se declaran en contra de la Pena de Muerte, como que el potencial de vida de los por nacer no tuviera igual importancia cuando la comparamos con la maldad que hizo que el condenado sufriera el castigo que lo llevará a la muerte.

Es para difundir precisamente datos como los anteriores que cada 10 de octubre se celebra el “Día contra la Pena de Muerte”, en un intento por sensibilizar a la opinión pública sobre los errores que se cometen en los procesos que llevan a la condena y muerte de los presuntos culpables. También se promueve la difusión de estudios que demuestran que la Pena de Muerte no modifica efectivamente la tasa de criminalidad ni violencia en los países que lo han instaurado.

En esta dimensión, el Papa Francisco hizo una reflexión en octubre 2017 sobre los 25 años de publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, que en su numeral 2267 promovía la Pena de Muerte en casos excepcionales. Realizando un cambio significativo, el cual fue anunciado en agosto de este año, cuando se promueve determinadamente la modificación de esta formulación hacia una que excluya esta forma de castigo declarándola “inadmisible y solicitando su abolición en todo el mundo”.

En la 73ª. Asamblea General de la ONU, en septiembre de este año, el representante del Vaticano ante esta institución, Monseñor Paul R. Gallager, solicitó ante los representantes del mundo entero la abolición formal de la Pena de Muerte, haciendo eco a las palabras del Papa Francisco de buscar mecanismos de ejecución de la justicia que sean más seguros, efectivos y equitativos. Analizado de esta manera, parece ser que “la muerte a la Pena de Muerte” seguirá siendo una de las grandes utopías del presente siglo.

Medico y Doctor en Teología