Caficultura, un trato desigual e injusto

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02 October 2018

El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, habló ante la ONU sobre la enorme injusticia por los bajos precios del café, el principal producto de exportación de su país. Y llamó a luchar por lograr precios más justos para los pequeños productores.

En su intervención preguntó al pleno: “¿Cuántos de ustedes se toman una taza de café en la mañana o durante el día?” “¿Saben que hay una altísima posibilidad de que ustedes, sin saberlo, sean partícipes de una enorme injusticia?”. Agitando un billete de cinco dólares, el presidente aseguró que ese es el precio de un café en Nueva York, 500 centavos de dólar. Sin embargo, un pequeño productor de café recibe por ello apenas 2 centavos… “después de trabajar arduamente bajo sol y la lluvia, recolectando a mano cada uno de los granos de café”, afirmó.

“¿Es o no una injusticia?”, preguntó a los participantes… y fue aplaudido. Hernández hizo un llamado a los productores de café a organizarse para luchar por mejores precios. Y pidió a la comunidad internacional y a la ONU que no hagan “oídos sordos” a “este hecho generador de pobreza extrema”.

Si bien algunas de las compañías de café más grandes del mundo y comerciantes exitosos han generado enormes ganancias en la última década, la mayoría de los productores de café y trabajadores agrícolas siguen siendo pobres y cada vez más vulnerables a la volatilidad del mercado y otras amenazas.

La petición del presidente hondureño si es razonable, debido a que cada día millones de clientes visitan tiendas como Starbucks, con presencia en más de 60 países. Solo en Manhattan, Starbucks cuenta con más de 200 ubicaciones, lo que explica lo difícil que es caminar unas cuadras en la ciudad sin ver el logo verde de la sirena.

Solo en los Estados Unidos los inversores están colocando una cantidad récord de capital de riesgo en la industria. Las empresas de café han recaudado US$600 millones en apenas los primeros siete meses de este año, más de cuatro veces la venta total en 2017, según datos de CB Insights. Al finalizar 2018 se espera que esa cifra supere los US$1,000 millones. Y la tendencia continuará.

Existe una innovadora iniciativa israelí, que lanzó la app Cups en la ciudad de Nueva York, que podría convertirse en el David, frente al Goliat de Starbucks.

El recién llegado Cups promete hacer por la cafeína lo que Netflix hizo para la TV… enrollar un montón de contenido en suscripciones mensuales. El contenido, en este caso, serán los cafés locales y la suscripción, un plan ilimitado para las bebidas con cafeína que estos sirven. Por US$45.00 al mes puedes usar la app para pedir la cantidad de té o café caliente básico que desees, en cualquiera de las 28 ubicaciones Miembros de Cups. Y por US$85.00, puede agregar café con leche, café con hielo y otras bebidas a base de expreso en la mezcla. Y como parte del lanzamiento, existe la oferta que si se descarga la aplicación todo es gratis por tiempo limitado.

Se dice que si frecuentas las cafeterías, estas suscripciones resultan ser una ganga. Al final de cuentas, el productor de la materia prima es el que paga los platos rotos para que otros se enriquezcan.

No existe conciencia de que sin materia prima no existe negocio para nadie. La economía global de la cadena cafetera consiste en millones de agricultores y trabajadores agrícolas que producen el café para el mundo; molineros y tostadores que agregan valor; canales de distribución y comerciantes; y, consumidores de café por todo el orbe.

Y nuestros productores de café… ¿Qué?

Exministro de Economía.