Monseñor Romero y el dinero de un pueblo pobre

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01 October 2018

El ingreso promedio de los hogares salvadoreños es de 543.89 dólares al mes según cifras de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples. Con aproximadamente 18 dólares al día, las familias compuestas por varias personas, donde una o dos ganan el salario mínimo, tienen que comer, pagar casa, transporte, servicios básicos y posiblemente la educación de los hijos.

Si usted es de los más afortunados y gana, digamos, 5,000 dólares al mes, eso lo convertiría en mucho menos del uno por ciento de la gente en este país. Aun así, con sus descuentos de ley, gastos de comida, transporte, entretenimiento, educación de sus hijos, etc., le tomaría varios meses ahorrarse 22,000 dólares. Pero si usted es diputado y el dinero no es suyo, puede disponer de varios miles con solo un acuerdo partidario y gastárselo en un par de días. En un país pobre como el nuestro, ¿es eso justo?

$22,000 es una cantidad exagerada o suficiente para que tres personas viajen con muchas comodidades. Si tienen la posibilidad de hacerlo con fondos propios sin afectar sus finanzas, enhorabuena. Pero, ¿qué haría si tiene esa cantidad y la posibilidad invertirlos en una de dos opciones: el mismo viaje o en solucionar un problema grave? Una persona racional solucionaría el problema. Los diputados en la Asamblea Legislativa, sin ningún tipo de vergüenza, estuvieron a un paso de ir a gastarse $22,000 en un viaje a Roma a la canonización de Monseñor Romero.

El viaje de los diputados a Roma era reprochable porque se trata del dinero de un pueblo pobre gastado por los diputados; además, porque es un acontecimiento religioso y El Salvador es un Estado laico. La vida y obra de Monseñor Romero es respetada a nivel mundial y los salvadoreños nos sentimos orgullosos de la próxima canonización; pero la veneración religiosa o la admiración personal de los funcionarios hacia Monseñor Romero no puede ser sufragada con los fondos escasos de un pueblo donde la mayor parte de personas vive con un dólar diario.

Monseñor Romero es, sin duda, un líder que ha trascendido épocas; fue una de las personas que dio la cara por su pueblo y feligresía ante las justicias que se cometieron en el inicio del conflicto armado. Sin embargo, la canonización se trata de un acto estrictamente religioso dirigido a la feligresía, por lo cual es Estado no tiene por qué sufragar gastos para los funcionarios que desean asistir. Qué bueno que los tres diputados decidieron declinar del viaje o hacerlo con fondos propios. Era un exceso gastarse en promedio 7,400 dólares, por cada diputado, de este pueblo tan necesitado.

En vida es muy probable que Monseñor habría rechazado este tipo de gasto y solicitado que el dinero se invierta en los más necesitados de este país. Puede que un par de miles de dólares no resulten significativos para órganos que manejan miles de millones. Pero para una institución en condiciones precarias para sus usuarios, como el ISSS o el Hospital Rosales, $22,000 se pueden transformar en decenas de camas, equipo médico o medicinas. Para una escuela en ruinas, $22,000 puede significar la remodelación completa de salones de clases o un cargamento decente de libros. Los “padres de la Patria” o representantes del pueblo salvadoreño deberían pensar en estas situaciones antes de pretender gastar un dólar en su comodidad.

Este viaje es solo la punta del iceberg. Las instituciones estatales destinan cientos de miles de dólares a las partidas de viajes oficiales y viáticos para los funcionarios y empleados, sin ninguna ganancia más que ofrecer una oportunidad de turismo. No podemos ser tan rigoristas y pensar que no habrá ningún tipo de viaje pagado con fondos públicos, pues hay situaciones que le pueden traer un beneficio al país o es necesario que exista representación salvadoreña; pero estos viajes deben ser la excepción y no la regla general. En un país pobre como el nuestro, resulta descarado que se gaste dinero que bien podría ayudar a solventar problemas de la población más pobre.

Diputados, recuerden que el poder es delegado y el dinero es de los contribuyentes. No se gasten con tanta ligereza dinero que no es suyo, y lo que al paletero, al mesero, al maestro, al dependiente de una tienda, al doctor o al ingeniero honrado le cuesta tanto ganarse.

Abogada