Más acción y menos discurso

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26 September 2018

Aunque la corrupción tiene bastante de ser un mal endémico en El Salvador, durante los últimos años se ha vuelto un problema más visible. Hay varios factores que han contribuido a esto. La evidente transformación de algunos dirigentes del FMLN es uno de los más importantes. El poder seductor de las redes de corrupción quedó evidenciado con el indiscutible cambio de figuras de la izquierda, cuya vida política se fundamentaba en gritar consignas contra los ricos y el capitalismo, que después de llegar al poder, en un abrir y cerrar de ojos, se convirtieron en acaudalados terratenientes, dueños de abultadas fortunas y fanáticos insaciables de los gustos más decadentes. Los casos de Mauricio Funes y Tony Saca, sin embargo, fueron los que dimensionaron el problema de la corrupción con montos específicos.

Esta visibilidad convirtió el tema en uno de los principales criterios de evaluación sobre los que el electorado basará su decisión para elegir al próximo presidente de El Salvador en 2019. Esta no es la primera vez que hago esta aseveración. Ya en otras ocasiones la he traído a colación. La diferencia es que ahora algunos candidatos, principalmente Carlos Calleja y Nayib Bukele, ya hicieron propuestas concretas para abordar el problema. Muchos se muestran escépticos ante las soluciones que impulsan estos candidatos.

Carlos Calleja lideró la presentación de un paquete de reformas, acuerpado en la Asamblea Legislativa por los diputados de su partido y legisladores de los institutos que forman parte de la alianza que apoya su candidatura. La propuesta más conocida de Nayib Bukele, en cambio, es la instalación de una entidad similar a la Cicig en el país. Indudablemente que impulsar acciones concretas, como la presentación de un paquete de reformas, genera un mayor impacto que retomar una propuesta ya hecha en el pasado por exfuncionarios ahora acusados de corrupción. Resulta poco convincente abanderar el tema de la Cicig salvadoreña como lo hicieron otros personajes sin que se genere la duda de que el tema al final no se concretará en nada y será abandonado una vez se llegue al poder.

El paquete de reformas impulsadas por Calleja, sin embargo, también ha sido cuestionado. Algunas personas dicen que muchas de las cosas que se incluyeron ya están reguladas en la ley y que, por lo tanto, es un proyecto cosmético. Independientemente de que esto es así o no, lo cierto es que con la propuesta se trascendió del discurso a la acción y a eso hay darle el crédito que se merece. Sin embargo, sigue siendo insuficiente.

Los salvadoreños están escépticos. Los discursos anticorrupción por sí solos no seducirán a nadie. Necesitamos que nos demuestren ahora que no toleran a los corruptos para creerles que no caerán hipnotizados en las redes de corrupción cuando sean elegidos. Hablar mal solo de los corruptos de otros partidos no sirve de nada. La gente interpreta eso como un simple intercambio entre contendientes. Los candidatos que denuncien y señalen a los corruptos y las malas mañas en su propio bando, y tomen acciones contra ellos, son los que de verdad convencerán al electorado de que sus intenciones son genuinas. Si no lo hacen ahora, las probabilidades de que hagan alto contra la corrupción una vez en el poder son mínimas.

La expectativa es escuchar propuestas y acciones concretas. Lo mínimo que se espera de quienes pretenden liderar el país es que demuestren que no están dispuestos a sacrificar sus principios solo para llegar al poder. Los que dejen claro con sus acciones (o falta de acciones) que, para ellos, el fin justifica los medios, no escatimarán en sacrificar al país por lograr un beneficio particular. Así no convencerán a ningún salvadoreño honesto.

Criminólogo

@_carlos_ponce