Lecciones de una confesión

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24 September 2018

El pueblo recibió con una mezcla de repudio y sorpresa la confesión judicial dada por el expresidente Elías Antonio Saca, en la cual se detallaban los abusos cometidos por los funcionarios públicos y la red de corrupción compuesta por prestanombres y empresarios, que la facilitaron. La condena fue a 10 años de cárcel, más la obligación de reembolso de 260 millones de dólares.

Son varias las lecciones que nos deja este caso a los salvadoreños, las cuales es necesario capitalizar, para evitar que casos como este sean una constante entre nuestra clase política, más cuando los hechos de corrupción, desvío y mal uso de los fondos públicos, ocurren en un país tan pletórico de necesidades.

La primera lección que nos deja el “caso Saca” es que, a partir de esta condena, los candidatos presidenciales deben estar claros que la Presidencia de la República no es un aquelarre, una fiesta de corrupción, donde los que disfrutan la fiesta son los funcionarios, sus compadres y sus familiares, mientras que los que pagamos la cuenta, somos todos. La sociedad salvadoreña, por diferentes medios y voceros, ha exigido que las finanzas públicas sean manejadas con eficiencia y transparencia. Ya no estamos dispuestos a que nuestro voto sea interpretado como un “cheque en blanco” para que, desde Casa Presidencial, las finanzas públicas sean manoseadas al antojo del inquilino de turno.

De esta condena, los salvadoreños también aprendimos que ya no hay nadie intocable en El Salvador. Que no puede existir una democracia, si no hay justicia para todos. Que los tiempos en que “Casa Presidencial” era el refugio de los poderosos, quedaron atrás. Habla mucho y muy bien de nuestra incipiente democracia, que la Fiscalía General de la República haya logrado procesar y condenar a un todopoderoso e influyente expresidente.

He escuchado a muchos activistas políticos y ciudadanos, quejarse de lo magro de las condenas, haciendo enardecidas proclamas, queriendo ver a Saca y sus compinches, condenados a cadenas perpetuas, mientras que sus bienes hubiesen sido embargados en su totalidad. Pero la realidad es que, más allá de las formas, la justicia está servida. El corrupto y sus colaboradores están en la cárcel, lo cual marca un hito en la historia judicial en El Salvador. La Fiscalía y el Órgano Judicial merecen nuestro reconocimiento por su valentía y profesionalismo al conducir este caso.

Pero también tenemos lecciones que aprender: la justicia no es sinónimo de linchamiento público. Haber capturado al expresidente Saca en la fiesta del matrimonio de su hijo, fue un acto vergonzoso. Muchos alegan que “en esa canasta estaban todos los huevos”, y que la Policía, de un solo golpe, pudo ejecutar la mayoría de órdenes de captura. Esa visión es falsa. Tanto el expresidente Saca, como todos los que fueron procesados junto a él en los tribunales, se encontraban bajo el debido seguimiento, conociendo las autoridades la dirección de sus empresas y residencias, así como sus movimientos. Ninguno de ellos había presentado indicios de querer darse a la fuga.

Así las cosas, al capturarlo en la boda de su hijo, destruyeron la alegría y reputación de una pareja de jóvenes que nada tenían que ver con el caso, poniendo en peligro a todos los presentes en la boda, ya que, en toda captura, siempre hay un riesgo de un tiroteo (nadie se había asegurado que los objetivos de las capturas, estaban desarmados). Todo lo anterior habla muy mal de la Policía y Fiscalía, arrojando dudas sobre si ejecutar la captura de esa manera, se trataba de una operación estratégica, o de una simple venganza política y linchamiento mediático.

Con la condena del expresidente Saca, los salvadoreños hemos damos un paso, un paso en un sendero en que aún nos hace falta mucho por andar. Nos hace falta transparentar los salarios de los funcionarios púbicos, regular el uso de los fondos reservados, establecer mecanismos de auditoría estatal que de verdad funcionen y sean efectivos para prevenir la corrupción. Esto, solo por mencionar algunas de las tareas que están pendientes.

Adicionalmente, conocemos que en las subsiguientes administraciones existen serios indicios de corrupción que están pendientes de ser llevados a los tribunales. ¡Saludos hasta Managua!

Abogado, máster en Leyes

@MaxMojica