Patriotismo en práctica

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07 September 2018

Es muy positivo que, en nuestro Mes Patrio y tal como ha hecho el salvadoreñísimo Banco Azul, se promueva la limpieza como parte esencial del patriotismo. Porque nuestro país es bello, pero lo afeamos con los volcanes de basura que encontramos en todas partes. Resultado: calles inundadas con cualquier lluviecita, sin acordarnos de que hemos atipujado los tragantes con cuanta porquería producimos.

Toda escala de valores inicia con ORDEN y LIMPIEZA. Pareciera un tema para niños de kínder y no para adultos que estamos enfrentando tan graves e innumerables problemas nacionales. Pero es que precisamente por haber perdido la costumbre de vivir dentro del orden y la limpieza, la basura de todo tipo nos ha invadido. Por tolerar botar un papel por aquí y unas cáscaras por allá hemos llegado no solo a ver nuestras ciudades y campiñas alfombradas de basura, sino que verdaderas “basuras” han llegado, mediante nuestros votos, a nuestras instituciones. Porque de tolerar la basura física, hemos llegado al colmo de aceptar la basura moral.

Y al contrario: cuando nos acostumbramos a vivir en lo limpio y lo ordenado, igualmente vamos ordenando nuestras costumbres, nuestras mentes, nuestras conductas; comenzamos a rechazar todo lo sucio, nos damos cuenta del daño que causa y ponemos remedio de inmediato.

Por eso, es indispensable que, así como lo ha hecho el banco mencionado, cada empresa, grande, micro o mediana, impulse el orden y la limpieza. Que los andenes de cada establecimiento luzcan barridos, que tengan basureros atractivos que inviten a los transeúntes a depositar allí la basura. Los vecinos de cada cuadra (la propia y la de enfrente) deberían tomar a orgullo la misión de ser los más limpios de la ciudad. Podría establecerse torneos de limpieza, por ejemplo, para convertir este valor en una verdadera fiesta que redunde de inmediato en un mejor país. Porque la limpieza es ornato, sí, pero principalmente es salud y bienestar. Una ciudad libre de basura y en orden disminuiría automática y visiblemente los índices de agresividad.

Por supuesto, las escuelas deben impulsar permanentemente el orden y la limpieza. Vivo frente a una y pareciera que les ofende ver nuestro andén limpio y cuidado: a la entrada y salida de los alumnos, toda la calle queda hecha un asco. Y los maestros se quejan de que ellos enseñan pero los estudiantes no aprenden. ¡Qué tristeza!

Porque aquí viene el primer eslabón de la cadena: el hogar. Si nuestra familia vive en el desorden y la suciedad, no esperemos que afuera vamos a cambiar.

Por eso, creo que en todos los ámbitos de nuestro país debemos introducir y practicar aquella cantaleta que mi madre me repetía incansablemente (sin duda a ustedes también se los decían): “La regla de oro del orden es: un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. Y la regla de oro de la limpieza es: No ensuciar; y, si se ensucia, se limpia inmediatamente”. ¡Gracias, mamá! ¡De cuántas cosas me he librado gracias a todas tus enseñanzas! (Y lo mal que me fue cuando no las puse en práctica.)

La Patria también es nuestra madre que nos pide, CON URGENCIA, orden y limpieza. Obedezcámosle. Iniciemos en este mes ese cambio y mantengámoslo para toda la vida. Los primeros beneficiados, seremos nosotros mismos.

¡Dios te bendiga, amado El Salvador!

Empresaria