La democracia muere en la oscuridad

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05 September 2018

La democracia muere en la oscuridad. Con esta categórica frase despertaron los lectores del Washington Post en marzo de 2017, cuando el prestigioso medio lanzó su nuevo eslogan. Como era de esperarse, una afirmación tan contundente generó diferentes reacciones entre sus audiencias. Por un lado, hubo quienes criticaron el tono alarmista y consideraron que era una alusión directa a la entonces joven presidencia de Donald Trump, quien constantemente antagoniza con la prensa y se rodea solo de “periodistas” amigos. Por otro lado, muchos celebraron la instauración de este dicho, que es un constante recordatorio de uno de los riesgos más latentes de nuestros sistemas políticos.

Esta frase formó parte de la estrategia del nuevo dueño del periódico, el también fundador de Amazon, Jeff Bezos. Al adquirir uno de los medios más importantes en el mundo, este decidió apostarle a un periodismo de investigación, a visualización de datos y a encontrar mejores narrativas para plantear los principales problemas de nuestra sociedad.

Cada una de esas palabras gana notoriedad e importancia cuando un país se acerca a la temporada electoral, cuando los asesores de campaña y mercadeo político buscan llenar de eslóganes pegajosos la mente del votante, en un ejercicio de mero posicionamiento de marca. Aunque en algunas ocasiones --me atrevo a decir las menos-- hay un plan detrás de un lema de campaña, la mayoría de veces estos se extraen de grupos focales y buscan decirle al ciudadano lo que quiere escuchar, no lo que debe.

Durante los meses de proselitismo, la batalla de lemas genera un humo difuso en el que no se sabe exactamente cómo se ejecutarán los planes en cuestión, cómo se financiarán y realmente quién será el beneficiado de estos. Ante tanta ambigüedad, el ciudadano resulta desprotegido, pues debe tomar una decisión racional de a quién dar su apoyo sin saber a ciencia cierta qué puede esperar de cada candidato.

Es ahí cuando el periodista se vuelve un actor fundamental para salvar a la democracia de la oscuridad. La oscuridad de planes difusos, de origen incierto de los fondos de campaña, la oscuridad de asesores peligrosos, alianzas oscuras o de negarse a decir quiénes integrarán un posible gabinete, por ejemplo.

Ante cada promesa dicha, un periodista responsable debe como mínimo preguntar “cómo”. Con esto, debe obligar al candidato a transformar su lema en un plan concreto. Y si este último se dedica a contestar con frases inspiradoras pero no aterrizadas, quien lo interroga debe hacer uso de una poderosa herramienta: la repregunta. Es decir, insistir sobre el tema hasta que haya una respuesta franca y que permita al ciudadano interesarse más en el político o desecharlo desde temprano por opaco.

La repregunta es fundamental y muchos no la hacen. Posiblemente se piensa que una entrevista exitosa es aquella donde se cubre un amplio abanico de temas o que insistir en un punto es tedioso y aburrido. Yo discrepo. Una entrevista exitosa, a mi parecer, es la que toca pocos temas pero los deja claros y con certidumbre. Además, si a un político hay que preguntarle lo mismo varias veces es porque está evadiendo la verdad.

Por otro lado, retomar una frase sin cuestionarla y volverla titular es un ejercicio irresponsable de la labor que se nos ha encomendado. Con esto, nos volvemos altavoces cuando deberíamos ser filtros. Con esto, no beneficiamos al ciudadano, solo lo hundimos más es una vorágine de frases lindas que no significan nada y nos convertimos en cómplices del declive de nuestro sistema.

Con esto, no pretendo ser alarmista, sino advertir de cómo la pérdida de credibilidad en quienes nos gobiernan afecta la legitimidad de la democracia y lleva a muchos a buscar salvadores y mesías donde solo hay vanidad, ego, verdades a medias o incluso ausencia total en medios que no aseguren preguntas cómodas. Por eso, en temporada electoral, los periódicos pueden convertirse en murallas contra las mentiras o en cajas de resonancia de humo. En el primer caso, se apegan al espíritu del lema del Washington Post. En el segundo, contribuyen a apagar las luces y a llevarnos a más oscuridad. Es momento de decidir cuál de los dos roles queremos jugar.

P.D.: Saludos a todos los valientes periodistas que en temporada electoral no se conforman con palabras inspiradoras y repreguntan, repreguntan, repreguntan… No hasta el cansancio, sino hasta aproximarse a la verdad.

Analista político

@docAvelar