Nuestro Tiempo

descripción de la imagen

Por

03 September 2018

Johnny Wright, el exdiputado por el partido ARENA que se vio obligado a renunciar al partido —y en consecuencia, a su candidatura para continuar sirviendo como diputado otro periodo— por la poca apertura a la renovación demostrada por ARENA, ha recibido la luz verde por parte del Tribunal Supremo Electoral para comenzar el proceso de recolección de firmas que le permitirá conformar el partido político “Nuestro Tiempo”.

Si algo está leyendo correctamente Wright es que un enorme sector de la población, especialmente la generación postacuerdos de paz, se siente movida por el hartazgo que inspira la polarización política actual. Me incluyo: para mucha gente de mi generación, rechazar al FMLN no necesariamente implica la simpatía automática por ARENA y viceversa. Esta falta de alineación automática se explica con muchas variables, pero en general se debe a que los polos que polarizan nuestro sistema político continúan siendo los del guerrafriísmo, pero la corrupción, la impunidad que la cobija, la influencia de fuerzas políticas nefastas como las inyecciones de dinero sea de Taiwán o sea de Venezuela y Nicaragua, han desgastado tanto a ARENA como al FMLN. Este hartazgo es una energía peligrosa, pues hace a cualquier votante especialmente vulnerable a la influencia venenosa del populismo. La realidad de las cosas es que este hartazgo por el status quo no se va a curar con populismo disfrazado de novedad y truncia con tal de llegar al poder, sino con más institucionalidad.

La respuesta al populismo no puede ser más populismo, sino más democracia. Y pocas cosas fortalecen la democracia como el pluralismo partidista. Hizo muchísimo la Sala de lo Constitucional cuando en su sentencia, posibilitaron el voto por cara. Abrieron las opciones del votante, pues el voto por cara permite matizar las preferencias políticas de maneras más concretas. Ahora el votante puede, con su decisión, buscar balance en la Asamblea para fortalecer el control interorgánico, ver un punto de vista no ofrecido por los partidos mayoritarios representados, y básicamente, fomentar la competencia.

La competencia en el mercado de la política electoral es excelente, pues incentiva a que los partidos políticos realmente escojan mejor a sus candidatos, purgando del sistema a aquellos que han dejado de innovar, cómodamente apoltronados en la nostalgia de las luchas históricas que los llevaron a la relevancia pero que no resuenan entre la siguiente generación de votantes. Si el tiempo por venir será del partido de Wright será una decisión del electorado, con sus firmas y eventualmente con sus votos, pero de lo que sí tenemos certeza es que el tiempo para abrirse a la competencia existe siempre. Que acercar nuestros sistemas democráticos a la innovación, a la renovación generacional, y al rechazo del populismo nunca es inoportuno. Las ventajas de Nuestro Tiempo son su frescura (por el momento, el único con historial político es Wright, pero en su tiempo en la Asamblea demostró una independencia admirable y su rechazo al autoritarismo oponiéndose a las medidas extraordinarias fue digno de imitación), y su compromiso con no volverse más de lo mismo. A Wright le acompañan varios jóvenes cuya incursión a la política se dio desde el activismo, demostrando un compromiso con la institucionalidad y el civismo desconectado del partidismo o el poder. Tan siquiera por esas ventajas, vale la pena darles la oportunidad de que compitan.

Lic. en Derecho de ESEN con

maestría en Políticas Públicas

de Georgetown University.

@crislopezg