China vs. Taiwán

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31 August 2018

Desde que finalizó la guerra civil y emergió la República Popular de China en 1949, la República de China, más conocida como Taiwán, ha venido reclamando su reconocimiento diplomático internacional. Tuvo oportunidad de lograrlo en el contexto de la Guerra Fría y, luego con una estrategia diplomática basada en la cooperación internacional, su objetivo se aleja muchísimo por el aumento de la influencia mundial de su enemigo continental.

Taiwán ha impulsado inversiones y donaciones en todo el mundo, generalmente a cambio de reconocimiento diplomático oficial. Taiwán ha ejecutado proyectos de cooperación insólitos, sobre todo en países pequeños, desde pagar el Wifi de Bratislava o construir un estadio de béisbol en Nicaragua hasta donar helicópteros a República Dominicana.

Para estas inversiones, Taiwán utiliza al Fondo Internacional de Cooperación y Desarrollo (ICDF). Realizó sus primeros proyectos en 1996, centrados en agricultura, medicina y pequeños proyectos de artesanía; en concreto, se inició con un plan agrícola en Vietnam. En 2016, se priorizaron los proyectos de salud pública y medicina. El ICDF destina un total de 1,700 millones de dólares 0.3 % del PIB a la cooperación, lo que para los presupuestos públicos representó 83.950 millones de dólares en 2016 es decir, un 2 %, un porcentaje muy elevado comparado con otros países, pese a tratarse de un territorio insular. Taiwán asiste en numerosas catástrofes naturales, como los terremotos de Nepal, Japón o México. La República de China en Taiwán tiene actualmente 23 millones y medio de habitantes, una renta per cápita de 24.331 dólares y un PIB de 573.066 millones de dólares.

A pesar de todos los esfuerzos realizados por Taiwán durante tantos años de cooperación, el estatus político de Estado independiente se va reduciendo cada vez más. El poder e influencia económica de su enemigo continental es cada vez mayor y ningún país de entidad y peso internacional reconoce ya a Taiwán; en Sudamérica solamente Paraguay lo reconoce. Los esfuerzos económicos y diplomáticos de China Continental están dando resultados.

Es precisamente en América Central y el Caribe donde Taiwán tiene mayor influencia y, por tanto, donde se centran los esfuerzos económicos de la China Continental para revertirla. Nuestro país ha sido el último en romper relaciones diplomáticas con ellos y entablarlas con China Continental. Otro ejemplo del desplazamiento geopolítico de Taiwán en el Caribe fue su oferta para remodelar el estadio de críquet de la isla de Granada dañado por el huracán Iván: después de llevar más de 28 millones de dólares invertidos en la isla desde 1989, no bastó cuando China puso sobre la mesa 40 millones. El gobierno chino continental también ha logrado seducir a Costa Rica pagando los cien millones de dólares del Estadio Nacional de San José, una copia del estadio olímpico de Pekín.

La unidad territorial importa mucho a China. Al punto de hacer cambiar de opinión a Donald Trump respecto a una China unida en febrero de 2017 durante el encuentro bilateral con el presidente Xi Jinping. Sin duda, se trata de un conflicto con numerosas ramificaciones políticas y personajes que enmascaran los verdaderos propósitos. A pesar de esto, no puede negarse la solidaridad desinteresada de ambos países en algunos proyectos y acciones humanitarias. Tampoco se pretende cuestionar un elevado gasto en cooperación internacional ni las nuevas formas de ayuda vinculadas a proyectos sobre sostenibilidad, soberanía alimentaria o medio ambiente tras el nuevo gobierno de la coalición Panverde.

Taiwán ha tenido un resultado adverso desde lo diplomático y solamente han logrado potenciar a China en su expansión geopolítica y geoestratégica por el mundo, en su camino a tener la hegemonía política y económica del planeta.

Analista político

y escritor