Insistir en la torpeza

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29 August 2018

Una de dos: o el FMLN ya se resignó a ser derrotado en las presidenciales, o el sector oficialista más aferrado al poder cree que aún puede conservarlo si consigue los aliados oportunos, tanto en lo político como en lo puramente crematístico. Poco esconden ya su desesperación. Lo ideológico, otra vez, ha quedado relegado; lo que cuenta ahora es financiar la sobrevivencia. El Frente de hoy, el de agosto de 2018, tiene escasa relación con el Frente de junio de 2009. Han pasado nueve largos años manejando el país y la sola posibilidad de perder el control tiene asustada a buena parte de sus dirigentes.

Se atribuye a Lenin una frase que aseguraba, no sin razón en ciertos casos, que los burgueses iban a terminar vendiendo a los socialistas las sogas con que estos los ahorcarían. Algo parecido podría decirse de los socialistas que ven cerca el momento de entregar el poder: están dispuestos a justificar cualquier medio, incluso el más abyecto, con tal de perpetuarse. No me refiero a las alianzas coyunturales que el propio Marx reconocía como válidas, o de las engañifas estratégicas teorizadas por Gramsci. No. Lo que está por suceder es el suicidio político del FMLN en virtud del juego de espejos con que pretende engañarnos y asegurar la victoria en 2019. La soga con que va a ahorcarse nadie se la está vendiendo: él mismo se la está confeccionando a la medida exacta de su gaznate.

¿Quién puede, desde la sanidad mental, ofrecer explicaciones convincentes sobre el beneficio que nos reporta a los salvadoreños romper relaciones con Taiwán? En lo inmediato únicamente obtendremos perjuicios e incertidumbre. Los taiwaneses eran aliados diplomáticos de los que obteníamos numerosos programas de cooperación a cambio de un apoyo meramente formal ante el concierto de las naciones. Ese apoyo, además, no nos enemistaba con nadie —ni siquiera con la China continental— y nos garantizaba el beneplácito de nuestro principal socio comercial: Estados Unidos.

La olímpica patada del profesor Sánchez, en cadena nacional, a quien fuera nuestro aliado estratégico por 85 años, es algo más que una exhibición de ingratitud y descortesía: es una torpeza histórica. No esperemos que la persona que hizo el anuncio lo entienda, pues no puede; quien sí lo entiende y tendría que desmarcarse es el excanciller Hugo Martínez, porque a él sí le cabe el orgullo de haber honrado, por nueve años, el compromiso de El Salvador con Taiwán, y es capaz de reconocer el alcance de los gruñidos norteamericanos que se han emitido en esta coyuntura. Si también él, para no quedar mal con los dueños del partido, termina avalando el nefasto trueque, compartirá la responsabilidad del inminente fracaso electoral del FMLN.

El impulso que ARENA recibe con este error de su adversario es providencial. Ni el más brillante estratega político podría habérselo vaticinado al equipo de Carlos Calleja. Hay que admitir, por otro lado, que los diputados areneros que intervinieron en el pleno, la semana pasada, aprovecharon la ocasión con un útil hilvane de ideas, desde la terrible imagen de deslealtad que como país hemos proyectado hasta la exposición del flanco más débil del gobierno tras la abrupta decisión: ¿por qué saltar de una China a otra con tanta premura y cobijados por neblina tan espesa? ¿Qué nos están escondiendo nuestras flamantes autoridades?

El señor Bukele, mientras tanto, también permanece oculto. Sabe que es tarea imposible convencer a la gente pensante de que su incorporación a GANA tiene un trasfondo ético, así que manda a su compañero de fórmula, Félix Ulloa, a dar la cara. Y Félix, qué lástima, nos está dando su peor cara, la que no le conocíamos. Dos jóvenes periodistas del programa “Focos”, con preguntas incisivas, le rompen el discurso y él pierde la compostura. Poco faltó para que se pusiera a despotricar a lo Trump. Si siguen así, ni el FMLN ni GANA tendrán el desempeño electoral que esperan.

Escritor