Basta ya de politiquería... El Salvador necesita paz social

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22 August 2018

La región centroamericana viene sufriendo de un estado de convulsión social sin precedentes. Todavía recordamos los enfrentamientos callejeros en Honduras y los trastornos institucionales a que ha sido sometido El Salvador en los últimos años. Recordamos las masivas manifestaciones en Guatemala contra un estado de cosas que terminó procesando funcionarios y destapando una serie de estructuras de crimen organizado, algunas de las cuales todavía operan en ese país, manteniendo un clima de inestabilidad social.

Y qué decir de Nicaragua enfrascada desde hace más de tres meses en una situación generalizada de atropellos y represión, que solo agravan la inestabilidad social, destruyen el equilibrio político y generan el rechazo de una población cansada de los abusos de poder.

Esa es la realidad que nos rodea, y si ampliamos un poco la mirada, podemos ver el conocido caso de Venezuela y salvando las distancias y particularidades, identificar problemas de inestabilidad social en México y Brasil, por mencionar solo los dos países más grandes de América Latina.

En fin el clima internacional no es el mejor y ante esa realidad, los salvadoreños parecemos no darnos cuenta de que estamos conduciendo al país al fracaso total.

Parece que nos olvidamos de que altos funcionarios de gobierno han sido procesados judicialmente, incluyendo un presidente preso y otro prófugo y que los altos niveles de corrupción salpican a todos los órganos del Estado, sectores y partidos políticos, hasta alcanzar incluso el ámbito empresarial y periodístico.

Parece que no queremos entender que este deterioro generalizado del funcionamiento de las instituciones y la descomposición social que ello conlleva, está conduciendo al país a una situación de inestabilidad como las de los países antes citados con tres agravantes: el primero es el hecho de que en El Salvador las heridas del conflicto aún no sanan en su totalidad; el segundo se refiere a que los niveles de indignación y frustración no encuentran un cauce adecuado de canalización, y el tercero tiene que ver precisamente con que las pocas vías democráticas de expresión que van surgiendo van siendo coartadas con la usual miopía de los poderes fácticos que controlan el país.

Los partidos políticos, que se repartieron el monopolio de la representación política en el artículo 85 de la Constitución, parecen no haber entendido la responsabilidad que el pueblo ha depositado en su representación y continúan manejando el poder con interés de grupo, con el reparto de cuotas y con total impunidad ante los continuos señalamientos y reclamos de la población.

Los partidos políticos y de manera especial los que a través de sus representaciones legislativas y municipales continúan manoseando los procesos legales y la ética política, serán responsables de lo que el futuro le depare a nuestra noble Nación.

¿Adónde están los líderes? ¿Adónde se esconden los verdaderos patriotas? ¿Adónde se cobijan los representantes del pueblo?

Desde la sociedad civil nos encargaremos de señalarlos para evitar al menos, que el pueblo no los siga favoreciendo con su voto.

Presidente de Concertación

Democrática Nacional