La moda de las series y la vida real

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12 August 2018

Las series de televisión por cable sobre corrupción, famosos o narcos están de moda y son un éxito, hasta adictivas.

Los salvadoreños tenemos variedad de casos de la vida real sobre la corrupción y son para el común de los mortales los que pagamos impuestos, una total decepción, son el reflejo de la pobreza humana.

La mansión de Antonio Saca, situada en el volcán de San Salvador y valorada en $8 millones por la Fiscalía, es el ícono de una trama de corrupción gubernamental que bien sugiere una serie de televisión y de muchos capítulos.

En la primera temporada de esa serie que pudiera producirse en El Salvador perfectamente podría retratarse el cinismo con el que Saca se ha mostrado ante los medios sabiendo que probablemente solo esté 10 años en la cárcel.

Esto indigna o da risa. No deja espacio para las medias tintas. El sarcasmo del corrupto Saca parece ser el típico comportamiento de un asesino en serie del cine de terror. Es que la dimensión de la corrupción no es solo por la cantidad de dinero robado, el que usa el vehículo estatal para llevar a su hijo al colegio es corrupto como lo es Saca firmando cheques estatales para transferirlo a cuentas de Charlaix.

Detrás del cinismo de Saca vale la pena preguntar ¿Cuántos salvadoreños perdieron la vida en el periodo de su gestión?. Entre 2004-2009 murieron miles de personas por no recibir atención médica a tiempo, por falta de medicinas, de cirujanos o quirófanos apropiados... Dinero había pero fue a parar a cuentas privadas.

Los $301 millones que este individuo se robó hicieron que las pandillas ganaran terreno, porque no hubo planes para prevenir o reprimir, porque muchos niños y jóvenes no recibieron orientación adecuada en las escuelas o porque no había -ni hay- sitios para el esparcimiento. Miles murieron por falta de policías en sitios donde ahora imperan grupos delictivos.

La segunda temporada de una serie sobre la corrupción estatal sin duda tendría a Funes, sus amigos y su harén como protagonistas. Negocios turbios, enriquecimiento ilegal, bolsas de basura cargadas con millones de dólares, huidas y contacto en Nicaragua, bien podrían ser algunos de los capítulos.

En Brasil, una serie inspirada en la corrupción liderada por el padrino de Funes, Lula da Silva, dio de qué hablar. “El Mecanismo” aborda cómo una casa de cambio en una gasolinera de Brasilia era donde se transferían millones que los 13 mayores contratistas del Estado daban a una campaña política.

En la vida real, el Juez Sergio Moro, respaldado por investigadores, desbarató una poderosa red de corruptos y ha logrado desde 2014 condenar con la operación Lava Jato a 90 personas, entre ellos Lula.

En la vida real, México tuvo hace algunos meses un escándalo de corrupción que involucró a funcionarios de Peña Nieto y ocho universidades, las que se prestaron para “facilitar” proyectos fantasmas, y que permitieron transferir millones a cuentas particulares.

“La E$tafa Mae$tra”, detalla como Francisco, el encargado de limpieza de una escuela era, sin saberlo, el “dueño” de una de las 186 empresas a las que el Estado transfirió más de $400 millones. Todo quedó en denuncia, porque los procesos no han llevado a nadie a la cárcel, y probablemente muchos ni se enteraron en ese país porque estaban afanados con la serie sobre la vida del “Sol de México”, Luis Miguel.

Y en la vida real pero en Argentina, los minuciosos apuntes de un chofer con pasado militar permitieron a un periodista del diario La Nación conducir una investigación que recaló en la Fiscalía para llevar ante la justicia a 15 empresarios y funcionarios por sobornos durante el Gobierno del fallecido Néstor Kirchner y han puesto en jaque a su esposa, la hoy diputada, Cristina Fernández.

Óscar Centeno era el chofer de Roberto Baratta, cercano a Kirchner, que hasta mandó a fabricar valijas especiales para llevar el dinero, en paquetes de $100,000, según el chofer. Centeno escribía a diario y lo hizo en ocho cuadernos, los destinos, el pasajero, kilómetros recorridos, cantidad de dinero que recogía a empresas y que llevaba religiosamente a las 8:30 p.m. a la residencia presidencial. Era el pago de sobornos que luego las compañías se redimían al recibir contratos con el Estado.

Esos “Cuadernos de la Corrupción” han permitido capturar a los que pagaron $60 millones en sobornos y la Justicia cree que llegarán a $160 millones... así, mientras los aficionados a las series esperamos el primer capítulo de esa trama argentina, en la vida real también esperamos justicia y cero tolerancia a los corruptos.

Editor de Sucesos EDH