La fiesta de disfraces del Gobierno

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08 August 2018

Durante los últimos días, ha incrementado considerablemente la cantidad de policías y soldados asesinados. Circula información, desde hace algún tiempo, que las pandillas estaban fraguando una sangrienta embestida contra personal policial y castrense. Hace algunos meses, por ejemplo, rondaba un memorándum firmado por las altas autoridades de la Policía en el que se pedía tomar las precauciones del caso.

Los ataques perpetrados en contra de policías y militares involucran una diversidad de contextos. Aunque cada hecho presenta características propias, todos dejan a su paso el mismo sentimiento desgarrador. Todos dejan familias acongojadas, llenas de tristeza. Detrás de cada policía y soldado asesinado hay un rastro de lágrimas. Padres, hijos, cónyuges, familiares y amigos lloran inconsolables el cobarde homicidio de sus seres queridos, personas a quienes admiraban por haber decidido dedicarse a servir y proteger. Resulta inimaginable la rabia, impotencia e indignación que seguramente sienten, en medio de su sufrimiento, al ver cómo el circo de funcionarios públicos permanece inmune a la tristeza producida por los asesinatos. Especialmente cuando la falta de empatía del circo llega a tales extremos que hasta puede considerarse falta de respeto a la memoria de los fallecidos.

Cualquier persona cercana a alguien que haya decidido ponerse un uniforme verde o azul para defender a sus compatriotas, conoce el respeto, amor y entrega que tienen por su institución. La institución, para ellos, los valientes, va antes que sus intereses y su comodidad. Las personas que lloran a policías y soldados asesinados, por lo tanto, seguramente han de encontrar aún más chocante el circo de funcionarios cuando los protagonistas son burócratas que visten el mismo uniforme que usaron sus seres queridos asesinados.

Escuchar las declaraciones de David Munguía Payés, ministro de Defensa, en las que trató de instrumentalizar la institución armada para sus propios intereses políticos-electorales, por ejemplo, ha de haber sido especialmente indignante para quienes han perdido a un policía o soldado. La mayoría de los valientes que portan el uniforme verde o azul están dispuestos a sacrificarse antes de que sufra su institución. Claro, la historia ha demostrado que hay unos pocos que se logran colar y se ponen el uniforme, pero como disfraz, no como símbolo de su compromiso con la misión de la institución. Estos son los que no dudan ni un segundo en traicionar y dañar a su institución y compañeros, en la consecución de sus intereses mezquinos personales.

He leído el rechazo generalizado generado por las declaraciones de Munguía Payés. También leí las burlas de las que fue objeto al reiterar sus declaraciones mientras el ministro lucía maquillaje y uniforme especial en un desfile de las festividades agostinas. La ciudadanía siempre ha dejado claro en las encuestas su buena opinión de la Fuerza Armada. Estoy seguro de que Munguía Payés tiene un efecto adverso. El desgaste que, bajo su gestión, ha sufrido la institución armada es significativo. El descontento en las filas castrenses es palpable. El caso de Munguía Payés es uno de los ejemplos más ilustrativos que deja en evidencia la necesidad de que los funcionarios se escojan por mérito y no por conveniencia política.

Estamos a pocos meses de las elecciones presidenciales. Hasta la fecha solo una fórmula presidencial, Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo, ha prometido explícitamente a los salvadoreños que de ganar las elecciones designaran su gabinete sin ataduras partidarias, con gente capaz e idónea. Incluso han firmado un documento en el que se inmortaliza su ofrecimiento y en el que los partidos que los apoyan se comprometen a respetar esta promesa. Guardo la esperanza que los demás contendientes sigan su ejemplo y esto se convierta en la norma. El Salvador necesita gente que luche por el país. Necesitamos sacar al Estado de la permanente fiesta de disfraces y llenarlo de personas comprometidas con El Salvador y las instituciones públicas.

Criminólogo

@_carlos_ponce