Ideales perdidos

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24 July 2018

Tremendo rechazo ha causado entre la mayoría de salvadoreños el apoyo dado por Salvador Sánchez Cerén al régimen de Daniel Ortega, en el Foro de Sao Paulo desarrollado en La Habana. Antes de intentar rasgarse vestiduras por “el diálogo” como instrumento de salida a la crisis de ese país, debería haber intercedido ante su “compañero comandante” para que le respeten la vida a los chavalos y tanta gente inocente que está muriendo sobre las calles de Nicaragua. Y a decirle que las iglesias se respetan, que son las autoridades eclesiales quienes más pueden ayudar a buscar una salida pacífica a la crisis, pero para ello tiene que respetarse la vida, el bien más preciado de todos, la fe y la dignidad de los nicaragüenses.

¿O es que en verdad piensa la cúpula gobernante de El Salvador que es la “ultraderecha” latinoamericana la que ha enarbolado una alevosa conspiración en contra de Danny, y su esposa (vicepresidenta) la Chayo? Si fuera así, ¿dónde quedan voces críticas como las de Sergio Ramírez, Fernando Cardenal, Dora María Téllez, Carlos Fernando Chamorro y el resto de masa crítica nicaragüense que se unió en su momento a la revolución sandinista para sacar a Somoza del poder pero ahora denuncia el sandino/somocismo? ¿Es el mote de “ultraderecha” lo único que les queda para desprestigiar cuanta voz crítica surge? Derecha e izquierda, para empezar, muy poco tienen que ver con la moral y la política en el siglo XXI.

La parroquia de la Divina Misericordia de Managua, a 600 metros de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, según reporte de El País de España, muestra decenas de orificios de bala que dejó el asedio perpetrado durante 17 horas por las turbas oficialistas que buscaban sacar a más de un centenar de estudiantes a quienes se les abrió las puertas de la Iglesia. Un joven estudiante murió en la casa comunal y fue compleja la atención a los heridos. “Los tiros”, afirma la publicación, “perforaron hasta el lienzo de un Cristo, nuevamente martirizado”. Y así se mantendrá dijo el vicario Erick Alvarado Cole, como muestra del sufrimiento de la Iglesia en Nicaragua.

Fue Daniel Ortega quien le solicitó a la Conferencia Episcopal de Nicaragua que mediara para la realización de un diálogo nacional que finalizara la crisis iniciada en abril, cuando por una reforma de pensiones “el pueblo” dijo ¡basta! La curia accedió y se formó la Alianza Cívica, un bloque opositor de amplia representación. Tres meses después, 380 muertos, 2,000 heridos y 226 presos políticos, según cifras de organizaciones de derechos humanos, “el diálogo” se encuentra entrampado por negarse Ortega al adelanto de las elecciones; lejos de ello, en un aniversario más “de la revolución sandinista (misma plaza, mismos símbolos desde hace treinta y nueve años)”, dijo que finalizará su período en 2021.

La pasada semana, la OEA aprobó una resolución para que se adelanten las elecciones en Nicaragua como medida de búsqueda de solución a la crisis; 13 países latinoamericanos exigieron el fin de la violencia y de los ataques paramilitares. El Salvador, en la línea de no defender los principios democráticos, se abstuvo. El referido periódico español, que dicho sea de paso, tiene tanto de derechista como Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, cita en el artículo titulado “La nueva revolución de Nicaragua”, al respetado intelectual nicaragüense Sergio Ramírez —vicepresidente de Ortega tras el triunfo de la revolución sandinista—, quien explica así lo que acontece: “Esto es un engendro de la revolución. La revolución, para mí, eran más los ideales que la ideología. Qué ideales hay aquí?”.

Los Sergio Ramírez, Fernando Cardenal, Dora María Téllez, Carlos Fernando Chamorro y la masa crítica en Nicaragua que alza su voz, concordarán en la figura del primero, de que todo fue un sueño pervertido por la ambición de poder por sobre los ideales y principios. Las expresiones de apoyo de los salvadoreños hacia nuestros hermanos nicaragüenses han sido casi unánimes, en contraposición a las de Salvador Sánchez Cerén y la cúpula gobernante de El Salvador, cuyas declaraciones de apoyo al sandino/somocismo 2.0 han causado un rechazo bastante generalizado. ¿Y que no se darán cuenta, cabe preguntarse, de que siguen alejándose del sentir generalizado de la mayoría de nosotros, sus compatriotas?

Abogado y

periodista