¡Nos deja el tren!

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23 July 2018

Que “te deje el tren” es una expresión coloquial para describir la situación de quien, por diversas circunstancias, deja pasar el tiempo, perdiendo oportunidades para su progreso o mejora personal. Si la aplicamos a nuestro país diremos que, desde la perspectiva del desarrollo económico y social, desde hace ratos nos viene dejando el tren. Para entender porque nos pasa eso, tenemos que retroceder en el tiempo.

Las políticas económicas que las monarquías europeas impusieron en América fueron económico-extractivas, basadas principalmente en la explotación del oro y otros metales preciosos y en la tenencia de tierra para producción agrícola. Para ello, únicamente se necesitaba mano de obra barata, dócil e ignorante. De ahí que, para la Corona Española, invertir en la educación del pueblo no tenía ningún estímulo, valor agregado o sentido económico.

Ya independientes, no actuamos de forma diferente. Los criollos simplemente arrebataron el poder a los españoles, para tomar el turno en la explotación, despreciando olímpicamente la educación del pueblo. ¿Para que se querría educar a un pueblo si solo interesan manos que siembren añil, caña o café? Más aún, los dueños de las plantaciones conocían (porque ellos si tenían educación), que un pueblo educado, es un pueblo peligroso, ya que sabe leer, interpretar contratos, innovar económicamente para provecho propio y, finalmente, exigir derechos.

Las taras heredadas de la colonia, respecto a no darle importancia a la educación, se mantuvieron como una constante durante casi 200 años. El despertar de la conciencia social a mediados del Siglo XX, estuvo más orientado a convertir al pueblo en un peón dentro del tablero de ajedrez de la Guerra Fría, que a la toma de conciencia de la importancia de la educación como piedra angular para el desarrollo.

Se buscó “liberar al pueblo” por medio de la ideología y la lucha de clases, no por medio de la educación laica liberal, la cual, a la vez que actúa como piedra angular para el desarrollo, derrumba barreras mentales, dogmas y estimula la iniciativa privada-empresarial. Se perdió el tiempo en debates ideológicos, cuando se pudo haber utilizado en educar al pueblo, para sacarlo de su pobreza histórica.

En los Siglos XIX y XX, nuestros sacerdotes, maestros, intelectuales y gobernantes no fueron lo suficientemente intuitivos para comprender que el progreso ya no estaría en “la propiedad de la tierra”, sino en la industrialización, que se derivaba de la innovación y esta, a su vez, provenía de la educación. El Salvador nunca lo comprendió, acá seguimos más preocupados por Marx, por la Teología de la Liberación, por promover una nueva reforma agraria, por contener a las feministas, que por parecernos a Sillicon Valley.

Ahora, a inicios del Siglo XXI, está saliendo un nuevo tren de progreso: el de la tecnología. Si aún queremos abordarlo, tenemos que apostarle a una educación orientada a la ciencia, nanotecnología, ingeniería genética, ingeniería Aero-espacial, inteligencia artificial, tecnología médica, biotecnología, robótica y algoritmos informáticos.

Nuestros niños deberían estar estudiado de forma laica y sin prejuicios ideológicos, en clases impartidas por maestros calificados, las infinitas oportunidades que da la tecnología. De profesionales en ciencias humanistas –abogados, psicólogos y sociólogos–, tenemos ya más que suficiente oferta; lo que el mundo demanda ahora, son técnicos en ramas científicas, respecto a las cuales, en nuestro país, existe un claro déficit educacional.

Apostar por la educación orientada a la tecnología del futuro es, en términos absolutos, mucho más importante que promover el café, la caña de azúcar y las maquilas, debido a que los principales productos del Siglo XXI serán los que se produzcan por los cerebros y las mentes, y no los que produzcan obreros textiles y campesinos en sus duras faenas agrícolas.

Los países que ahora le están apostando a la educación y desarrollo tecnológico, en un futuro no muy lejano, nos ofrecerán partes humanas ciborgs y ojos artificiales, mientras nosotros les continuaremos ofreciendo call centers y maquilas. Ello equivaldrá a una nueva conquista, donde los conquistadores serán los científicos, quienes nos ofrecerán sus innovaciones a cambio de nuestro oro.

Abogado, máster en Leyes.

@MaxMojica