Cambio climático, agua y agricultura

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17 July 2018

La comunidad científica coincide en señalar que estamos ante un cambio climático global singular, destacando el calentamiento general del planeta como el factor principal de la incertidumbre climática. Lo alarmante es que sus conclusiones apuntan a que las actividades humanas, sobre todo las económicas, son las responsables de este calentamiento.

Se ha dictaminado que la complejidad de las interrelaciones entre los cambios ambientales y la producción agrícola se convertirá en uno de los temas de política pública más significativos y esto ya lo estamos viviendo en nuestro país. El cambio climático definitivamente modificará sustancialmente la capacidad de producción de la agricultura. Políticas públicas acertadas que logren incentivar la intensidad de la producción agrícola van a contribuir favorablemente a un cambio ambiental menos adverso. En El Salvador, el acierto de políticas hacia el parque cafetero será ejemplo claro de esta contribución. El desacierto, solo anunciará el desastre.

Desde el año 2012 el país ha sufrido sequías alarmantes. Los productores en diversos sectores agropecuarios enfrentaron 32 días secos en 2012, en 2013 fueron 23 días, para 2014 la sequía alcanzo los 31 días, 2015 tuvieron que enfrentar la falta de lluvia por 50 días, y hoy en día continua la tendencia con el agravante que estos períodos de sequía son propicios para plagas.

Confirmado está que nuestra agricultura sufre de un estrés hídrico a través de una combinación de la disminución de lluvias y el aumento de la población. La consiguiente falta de acceso al agua potable se ha convertido en un problema de salud de manera generalizada y crítica. Es urgente implementar una política pública que dinamice la producción de alimentos bajo riego y que su potencial productivo se utilice para incrementar las cosechas.

El Ministerio de Agricultura está llamado a aportar a estos esquemas productivos, de recursos humanos y financieros, para fortalecer la asistencia técnica y la capacitación con un programa de cultivos bajo riego y el fomento de la diversificación agrícola. Por ejemplo, en El Salvador existen proyectos que se deberían iniciar de inmediato, como la construcción del Distrito de Riego del Río Grande de San Miguel, lo que permitiría evitar el deterioro de esta importante cuenca, aumentar la producción agrícola y generar bienestar a las familias rurales. Adoptar esta estrategia como una política nacional tendría un impacto positivo para desarrollar el potencial de oriente y abastecer los mercados nacionales.

Los ministros del área económica enfrentan grandes retos ante la problemática generada por la sequía que afecta la región, como es el contener el incremento de los precios al consumidor en la canasta básica, principalmente maíz y frijol. Además, evitar se desmoronen sus planes de reactivar la producción ante la pérdida de cosechas que castiga a miles de pequeños productores que cultivan maíz y frijol.

Sería un error no aceptar esta realidad con pragmatismo, coordinando esfuerzos del Gobierno con el sector privado, para equilibrar los mercados.

Es real que cada año vemos tanto sequías como inundaciones, por regímenes de lluvias alterados. Las sequías son muy preocupantes y complejas, debido a que se necesitan grandes esfuerzos para ahorrar agua y almacenarla. Es aquí donde muchos aseguran que el uso de herramientas tecnológicas, como las semillas resistentes a los efectos del cambio climático, hacen diferencia.

La sequía ha afectado sobre todo a pequeños productores de maíz y frijol, quienes dejan buena parte de su cosecha para autoconsumo familiar y monetizan su inventario de acuerdo a necesidades de efectivo durante el año.

Debemos de ser más conscientes que el agua es estratégica para la vida y para la actividad económica, para un futuro sostenible de El Salvador.

Exministro de Economía

resmahan@hotmail.com