La cancha sin portero

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14 July 2018

El Mundial ya se acaba, pero sus incidencias siguen tan frescas en la memoria que todavía se prestan para metáforas útiles. Durante el partido que le cortó las alas a Alemania, el momento más inolvidable probablemente se dio cuando, para ayudar en el ataque, el portero alemán dejó abandonada su portería y los surcoreanos robaron la pelota para anotar en una cancha completamente sola. Será cosa de técnicos y aficionados juzgar al portero en esas circunstancias específicas, pero si alguna cosa es objetiva es que es muchísimo más fácil anotar cuando no hay quién guarde la portería. Y esta lección sencillísima parecen no conocerla nuestros diputados.

Al momento de escribir esta columna, la Asamblea Legislativa no ha electo aún a los nuevos magistrados a la Sala de lo Constitucional. El mandato de los magistrados salientes termina este domingo 15 de julio. La Sala de lo Constitucional tiene bajo su cargo conocer los procesos de inconstitucionalidad de nuestras normas jurídicas, dirimir las diferencias entre los órganos Ejecutivos y Legislativos, y conocer de los procesos de amparo y habeas corpus. En pocas palabras, en lo que a la protección de los derechos ciudadanos contra la opresión estatal o los abusos de poder se refiere, la Sala actúa como portero. Y sin cuatro de cinco de los magistrados necesarios para el funcionamiento de esta institución, ¿a quién acudirá entonces la ciudadanía para evitar que nos echen golazos en materia de los tan personalísimos y delicados derechos constitucionales?

En específico, lo que sucede ahora podría haberse evitado si nuestros diputados, quienes constitucionalmente tienen la obligación de elegir al siguiente grupo de magistrados a la Sala de lo Constitucional, no hubieran dejado su obligación para última hora. Idealmente, además de a tiempo, el proceso de elección debería ser transparente, sujeto a mecanismos objetivos y no a cuotas partidarias. Idealismos aparte, la realidad es que la independencia demostrada por los magistrados salientes durante su periodo y las huellas permanentes que su labor jurisprudencial dejarán en nuestro sistema electoral y político, han dejado un estándar de calidad altísimo en cuanto a lo que deberíamos exigir de los magistrados que vengan después.

A los magistrados salientes de la Sala de lo Constitucional personalmente les recordaré (por mencionar solo algunos de los “grandes éxitos” que dejaron como legado a la institucionalidad salvadoreña y a los derechos humanos de nuestra ciudadanía), no solo por su independencia, sino por la valentía de haber fallado a favor de un sistema electoral con mayor representatividad para los electores, por proteger a los electores del daño que causa el transfuguismo electorero, por resolver sobre los hacinamientos dentro de los centros penales, por reconocer el daño causado por las desapariciones forzadas a manos del Estado, por sus fallos relacionados a “limpiar la casa” en lo que a las finanzas y el arca del Estado se refiere.

En un análisis de la labor de esta Sala, Fusades recogió muchas más de estas sentencias de maneras que los límites de una columna de opinión no permite capturar, pero la substancia, al final del día, se traduce en que esta Sala de lo Constitucional rompió con una mala racha de inconsistencias jurisprudenciales dando el ejemplo de trabajo bien hecho y profesionalismo legal.

Por 9 años, con independencia de si nos parecieran o no las sentencias, tuvimos una Sala que actuaba con la competencia que se espera de las salas de las democracias más fuertes del mundo. Ojalá los magistrados entrantes sepan postergar este legado.

Lic. en Derecho de ESEN, con

maestría en Políticas Públicas

de Georgetown University.

@crislopezg