Las lecciones del Mundial

descripción de la imagen

Por

13 July 2018

Sin saber aún qué país será el próximo campeón mundial de fútbol, esta Copa 2018 ya ha dejado recuerdos y experiencias que perdurarán en el tiempo. Aparte de los impredecibles resultados que se han dado, haciendo lucir a los conocedores como ignorantes y, en algunos casos, a novatos como experimentados analistas, el campeonato mundial ha dado lecciones de vida y, en cierto sentido, ha sido como un escaparate del mundo actual. Lo bueno, lo malo y lo feo ha estado presentes, así como lo insólito y lo sorprendente.

Ya desde la primera fase, la de grupos, comenzaron las sorpresas, y entre ellas la expulsión de un jugador de la concentración de su equipo. El entrenador de Croacia, Zlatko Dali?, expulsó al delantero Nikola Kalinic después de que éste se rehusara a ingresar al partido ante Nigeria en los últimos cinco minutos. Al parecer al jugador no le gustó la idea de que lo utilizaran como relleno en la parte final del encuentro. Fue un asunto de ego lastimado. Bien por la expulsión, más que merecida. Hay dos puntos que el delantero berrinchudo no olvidará el resto de su vida, especialmente después de la histórica participación de Croacia en el Mundial, nada menos que jugando la final contra Francia: Uno, que el fútbol es un deporte de equipo y que se debe jugar en función del equipo, no en función personal. Dos, que el director técnico es el que manda, punto.

La del fanático argentino burlándose de una inocente muchachita rusa, haciéndole decir vulgaridades en español fue algo muy bajo. Ese tipo de cosas simplemente no se hacen. Más que burlarse de la muchacha, avergonzó a todo un país, a su propio país. “Él no nos representa” fue el slogan de los argentinos en general. Lo expulsaron indefinidamente de los estadios y no sé si del país. Hasta se hace muy poco. Cosas similares hicieron brasileños, entre ellos un exsecretario de turismo, y otros latinoamericanos. Como que nos falta un poco de educación.

Las acrobáticas caídas de Neymar, sus gestos de terrible dolor, ante patadas que no existieron, provocaron sonrisas de incredulidad en todo el mundo. Intentar engañar al árbitro es hacer trampa y es posible que todos esos minutos en la grama (casi 25 según dicen) hubiesen servido al equipo brasileño para algo más productivo. Sin duda es un jugador muy talentoso pero le hace falta madurar. La moraleja de esto es que si Dios te da el talento, úsalo de forma positiva.

Pero la más grande lección de este mundial, superior a todo lo demás, es la que nos dio Japón. Tanto el equipo, que dejó los vestidores limpios y ordenados y con una nota de agradecimiento a los encargados de limpieza, como los aficionados recogiendo la basura de los graderíos, son un ejemplo de urbanidad y disciplina. Hasta en la derrota fueron dignos. Hoy ya todo el mundo sabe que el sentido del honor japonés no es un mito.

Mañana domingo termina el Campeonato Mundial y todo volverá a la normalidad. Nos quedará un sentimiento de nostalgia, de todos esos días que nos levantábamos con la mente ocupada en algo más que de las rutinas cotidianas.

El evento cumplió las expectativas y tuvo de todo. La grandeza y la pequeñez humana estuvieron expuestas. Ojalá que saquemos lecciones para nuestras vidas, y que hayamos aprendido un poco más que de fútbol.

Médico psiquiatra.