López Obrador, la virtud de evolucionar

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10 July 2018

La noche de la elección que le dio una victoria contundente a Andrés Manuel López Obrador en México me llamó la atención lo que le escuché a un analista político: AMLO podrá ser un presidente bueno, regular o malo, pero no hará estallar los mecanismos de una democracia imperfecta para implantar un gobierno autoritario.

Poco después el dirigente de Morena, que en su tercer intento por llegar al presidencia consiguió aplastar al PRI tras un sexenio decepcionante bajo el mando de Enrique Peña Nieto, les trasmitió a los ciudadanos, en su mayoría exultantes y celebrando una jornada electoral sin sobresaltos, un mensaje conciliador: el histórico líder de la izquierda aseguró que respetará la libertad empresarial y la libertad de expresión; que se garantizarán las libertades sociales e individuales; que sus prioridades son desterrar la corrupción y la impunidad. Cometidos difíciles que se harán, dijo citando a Juárez, sin emplear la fuerza sino por medio de la “razón y el Derecho”. Y de todas sus promesas en una noche en la que la grandiosidad del Zócalo albergó el júbilo general, AMLO afirmó que no tiene intención de construir una “dictadura abierta ni encubierta”.

Los escépticos, que no son pocos, han tomado nota de las palabras de un político que tiene el perfil del viejo izquierdista que en su día se dejó seducir por los falsos cantos de sirena de la revolución cubana, y hasta por la demagogia populista del chavismo y su fallida revolución bolivariana. Son debilidades ideológicas que, como un mal incurable, se arrastran hasta el final como una nostalgia que nunca se apaga.

No obstante, también es cierto que AMLO, curtido en la batalla por llegar al poder, tiene capacidad más que probada para hacer alianzas y forjar treguas con el establishment. Así lo ha hecho con la clase empresarial, aseverando que no habrá expropiaciones y que incentivará la inversión pública y la privada, lo que lo acerca más a una figura como José Mujica, que gobernó como un socialista moderado en Uruguay tras un pasado de guerrillero y de lealtades con el marxismo. O hasta al propio Lula, que en el exterior abrazaba con afecto a los hermanos Castro o a Hugo Chávez, pero en Brasil se ahorró las aventuras totalitarias, aunque su perdición fue la corrupción rampante y el enriquecimiento personal.

En un momento en el que los países que aplaudían la doctrina que impulsó Hugo Chávez están en declive y sufren de un descrédito internacional, AMLO tiene la oportunidad de gobernar como un socialdemócrata vegetariano, alejado de los depredadores carnívoros de la izquierda rabiosa y comunista que desbaratan las libertades. Si alguna vez sintió un inexplicable apego por la dictadura castrista, los atropellos del chavismo, los abusos de Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia, o los intentos del expresidente Rafael Correa por acabar con la libertad de prensa en Ecuador (el eje en torno a la Alba), es la hora de desmarcarse meridianamente de esta cuadrilla que tanto daño ha hecho a Latinoamérica.

Sin duda a AMLO le esperan grandes retos en una nación donde la corrupción es endémica y corroe sus cimientos; la violencia y el crimen azotan a la ciudadanía; el narco está en todas partes y es un poder en sí mismo; las relaciones con Washington, con un populista de derechas que agita políticas antiinmigrantes y especialmente ofensivas contra los mexicanos, son complicadas; sobre todo, los bolsones de pobreza en México son la gran asignatura pendiente para encontrar el camino de la inversión, la educación y de las oportunidades que consigan ampliar el horizonte de la población. Todos asuntos peliagudos que gobiernos anteriores han enfrentado con mayor o menor fortuna, y que ahora el nuevo presidente y su gabinete deberán abordar para emprender una verdadera regeneración que satisfaga las esperanzas de quienes votaron masivamente por ellos.

Es verdad que en las manos de Andrés Manuel López Obrador está gobernar bien, regular o mal. Pero lo más importante, lo primordial, es que lo haga dentro del marco del estado de derecho y respetando las libertades de las sociedades democráticas. Ha tenido años para evolucionar y aprender de los errores ajenos.

Periodista Twitter: @ginamontaner