El honor de haber sido electo por unanimidad como primer presidente de la Corte Suprema de Justicia, del Órgano Judicial y de la Sala de lo Constitucional después de los Acuerdos de Paz, responsabilidad que en compañía de connotados juristas desempeñamos con dedicación, compromiso y absoluta autonomía e independencia, me motivó, a partir de la finalización de mi mandato, a seguir desde la trinchera de la sociedad civil, la lucha incansable por la vigencia de la justicia, la legalidad, el estado de derecho y la democracia.
Es por ello que no puedo dejar de reconocer que en los años recientes, en una época marcada por el inicio de la alternabilidad política, el incremento en cantidad y complejidad de la situación de inseguridad, reformas importantes en la legislación electoral, una exigencia creciente de parte de la comunidad nacional e internacional por mayor transparencia y acceso a la información, y el rechazo absoluto de los salvadoreños a las dictaduras que reprimen a sus pueblos, los actuales magistrados de la Sala de lo Constitucional han enfrentado un desafío sin precedentes.
Sus actuaciones han sido en su gran mayoría alabadas pero también criticadas, en su calidad personal han sido respetados y pretendido desacreditarlos, sus resoluciones compartidas o adversadas, han tenido seguidores y detractores, no importa, obviamente no son perfectos, y por supuesto que se han equivocado como cualquier mortal, pero lo que queda absolutamente claro y que nadie puede poner en tela de duda, es que han sabido cumplir con las expectativas de independencia, capacidad y ética profesional, además de demostrar valentía y determinación a la hora de enfrentar las más difíciles y controvertidas decisiones judiciales y han sabido ejercer con toda propiedad el control Constitucional del poder político, por lo que se han granjeado la antipatía del gobierno de turno.
Los nombres de Belarmino Jaime, Florentín Meléndez, Sídney Blanco y Rodolfo González han quedado ya escritos con letras doradas en la historia judicial y política del país.
Como se suele decir a la hora de jurar el cargo, “prometéis bajo vuestra palabra de honor cumplir y hacer cumplir con los dictados de la Constitución, si así lo hiciereis que la Patria os premie y si no os lo demande”.
Pues la Patria a la vuelta de nueve años no tiene nada que demandar a tan insignes ciudadanos, sino que todo lo contrario, está agradecida con estos paladines de la justicia constitucional por haber cumplido hasta con creces con el principio de la división de poderes, el fortalecimiento del estado de derecho y la democracia.
Ellos han colocado el listón muy en alto, por lo que desde diferentes palestras hemos insistido durante los últimos meses, en la necesidad de que los diputados a la Asamblea Legislativa asuman responsablemente su facultad constitucional y elijan a los mejores candidatos para sustituirlos, a fin de que puedan continuar en la ruta trazada por sus antecesores, con la absoluta convicción de que la patria reclama a sus mejores hijos para que puedan impartir la justicia a que tanto aspira día a día el pueblo salvadoreño y continuar de esta manera con la labor de fortalecimiento democrático desde la visión de compromiso ciudadano y respeto absoluto a la Constitución de la República.
Desde Concertación Democrática Nacional continuaremos con nuestra lucha ciudadana, señalando rutas para construir entre todos un mejor país.
“Nuestra recompensa se encuentra
en el esfuerzo y no en el resultado.
Un esfuerzo total es una victoria completa...”.
Mahatma Gandhi
Presidente de ex-Presidente de la Corte Suprema de Justicia y presidente de Concertación Democrática Nacional.