Pactos que merecen una explicación

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04 July 2018

El alto nivel de control e influencia ejercido por las pandillas en el país es incuestionable. Las leyes establecidas por estos grupos valen más que las aprobadas por los diputados. Las personas se preocupan más por adherirse a las reglas dictadas por las pandillas que por obedecer lo establecido en el Código Penal. Conozco, por ejemplo, a personas que tienen mucho más cuidado de pagar puntualmente la “renta” establecida por el cabecilla pandillero que por pagar a tiempo sus impuestos.

Las principales pandillas del país se originaron en Los Ángeles. Cuando llegaron a El Salvador no tenían el nivel de cobertura y control que tienen ahora. Sin duda han experimentado una evolución que les transformó a lo que ahora son. Las pandillas lograron aprovechar el vacío de autoridad causado por la endeble presencia gubernamental en las comunidades más vulnerables, para trasplantarse en el país y, con el tiempo, establecer una especie de gobierno paralelo que dicta reglas y exige que todos las respeten. Así deciden quién puede entrar o no a sus territorios, cuánto debe de pagar cada negocio para gozar de su “protección”, etcétera.

En otros países, las pandillas tienen la capacidad de ejercer este nivel de control en espacios muy reducidos. Nuestro país es un caso relativamente atípico. Aquí las pandillas han logrado expandirse y lograr una inusual, amplia cobertura. Son pocos los lugares en los que no tienen la influencia suficiente para establecer reglas que todos respetan. Este amplio nivel de control no es normal. En otros países las pandillas solo controlan pequeñas islas dentro del territorio, pero en El Salvador solo sobre pequeñas islas no tienen control.

Las pandillas han logrado establecer un gobierno extralegal o, lo que algunos llaman, una soberanía criminal, que goza de mucho más respeto y obediencia que el gobierno legalmente establecido. No cabe duda de que la debilidad de las instituciones públicas y la ambición del sector político han contribuido de distintas maneras al proceso de evolución que ha traído a las pandillas hasta donde están ahora. La “tregua” es la más reciente y significativa. Esta negociación entre las pandillas y el sector político posibilitó que dichos grupos experimentaran una nueva manera de instrumentalizar y hasta aumentar su poder e influencia. Lograron que la ciudadanía perdiera totalmente la fe en el gobierno legal y sucumbieran ante su gobierno extralegal.

El viernes pasado, el periódico digital El Faro publicó un reportaje en el que se describe presuntas negociaciones entre el gobierno del exalcalde Nayib Bukele y cabecillas pandilleros en San Salvador. Según la nota, este pacto involucró desde pagos en efectivo y contratación de pandilleros para desempeñar tareas de vigilancia, hasta ceder a las pandillas los mejores puestos en el nuevo mercado inaugurado por la comuna. Algunos de los más aguerridos defensores del exalcalde sostienen que es imposible gobernar sin dialogar con las pandillas y argumentan que quien piense que esto no es así está desconectado de la realidad.

Obviamente ese tipo de reflexión está más orientada a una defensa que a una lectura técnica del problema. El reportaje de El Faro no describe un diálogo, sino una negociación a través de la cual el gobierno legalmente establecido cedió control e influencia al gobierno extralegal de las pandillas a cambio de beneficios específicos. Esto no solo afecta el nivel de confianza ciudadana en las autoridades legales, sino que también concede a las pandillas una ficha permanente de trueque para obtener concesiones y cobertura estatal, perpetuando una práctica que fortalece su nivel de influencia y control a nivel local. Las graves consecuencias de la presunta negociación exigen que Nayib Bukele aclare el tema públicamente, especialmente ahora que ha decidido participar en la contienda presidencial.

Criminólogo

@_carlos_ponce