Rompiendo círculos

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03 July 2018

El ser humano no puede manejar la incertidumbre, punto. A efecto de desterrar la incertidumbre de nuestros procesos mentales, tendemos a aferrarnos a nuestros criterios, pensamientos, experiencias personales, convicciones, creencias y fe, ya que nuestra psiquis necesita “terreno firme” sobre el cual desarrollar su vida y planear su futuro.

Esa necesidad nos lleva a una búsqueda de la autoafirmación, de tal forma que nos rodeamos de personas que piensan igual a nosotros, leemos libros y vemos películas que confirman lo que creemos, y desterramos de nuestra vida todo aquello que va en contra o que presenta ideas diferentes a lo que hemos aprendido.

Resulta curioso ver la actitud de las personas cuando adoptan una idea para sí: Una vez que una convicción ha sido asimilada, las personas tienden a dejar a un lado todo tipo de evidencia que la contraste. Continúan creyendo en ella, aunque los hechos demuestren lo errado de esa teoría. Esto ocurre en diferentes ámbitos de nuestra realidad cotidiana, lo podemos experimentar en las convicciones religiosas, dinámicas familiares, administración de empresas, y por supuesto, en la política. Para el caso: el fracaso del comunismo.

En mi familia teníamos la costumbre de discutir en sobremesa, temas políticos y económicos de nuestro país y del mundo. En muchas ocasiones, tuve oportunidad de conversar con comunistas convencidos. En esas pláticas, estos —invariablemente— argumentaban que todas las narraciones sobre los horrores del comunismo, eran propaganda de la CIA, para hacer desmerecer el progreso humano alcanzado por la Unión Soviética y sus satélites. Argumentaciones que yo escuchaba interesado con una expresión ¿será verdad lo que afirman? Eventualmente, la Historia destapó la olla, para mostrar la cruel realidad del mundo comunista: 100 años de locura nos heredaron 100 millones de muertos.

Pero el problema no radica en los que en la década de los 70 y 80 defendían tales tesis, era una postura justificada ante lo idealista de la teoría y ante la poca información que se manejaba; el problema está en aquellos que, aún hoy, cuando todo ese horror quedó al descubierto, continúan haciéndolo. Pero, ¿por qué hacerlo?, ¿por qué vivir insistiendo en un error que ha destruido países, culturas, civilizaciones y familias? La única respuesta posible es que muchas veces es demasiado doloroso abrir los ojos para descubrir y aceptar la verdad: nos hemos equivocado toda una vida en escoger un camino y defender unas creencias.

¿O cómo creen que se siente haber tomado un fusil a los 12 años, haber pasado en la montaña cometiendo actos que posteriormente no te quisieras acordar, soñando con un mundo de progreso, justicia e igualdad, solo para descubrir que cuando “los compas” llegaron al poder, iban a preferir vivir y gastar como magnates, en vez de invertir en la salud, seguridad y educación del pueblo? Solo puedo imaginarme lo doloroso que pueda ser tener que enfrentarse y aceptar esa realidad.

Paralelo a lo anterior, debo decir que idéntica “cerrazón” he encontrado en personas en la derecha conservadora. Aún hoy resulta difícil tratar de entender a aquellas personas que continúan negando que la razón de la guerra subyace en las justas reclamaciones de tipo social que tenía el pueblo; que los gobiernos militares asfixiaban nuestras libertades; que, para el individuo promedio, no existía ni igualdad ni seguridad jurídica; que el poderío económico de los criollos, se ha mantenido inalterado desde la época de la Colonia. Para ellos, una explicación alterna a la simple y llana “agresión comunista”, es simplemente inaceptable.

Continuar con el pensamiento de que “este macho es mi mula”, pueda ser que nos brinde la seguridad psicológica que necesitemos, pero definitivamente nos mantendrá alejados del camino que nos lleva a la libertad mental y espiritual, así como a la verdad objetiva de los hechos.

Situación que ahora percibimos en los líderes históricos del FMLN en su absurdo apoyo al narcorrégimen de Maduro en Venezuela, y la sangrienta dictadura de Ortega en Nicaragua. Prefieran crear una “realidad paralela” y elaborar tramas, golpes de estado y complots, que vivir la dura verdad: el pueblo está harto del Socialismo del Siglo XXI y quiere libertad.

Continuar dando vueltas en círculos, dentro de la zona de confort de nuestros prejuicios, puede ser cómodo, pero no te lleva a ninguna parte.

Abogado, máster en Leyes.

@MaxMojica