La corrupción en el mundo de los meñiques

descripción de la imagen

Por

27 June 2018

La información revelada por el caso “Saqueo Público”, impulsado por el fiscal Douglas Meléndez, es indignante. Poco a poco se van conociendo los oscuros detalles de cómo operan las redes de corrupción en nuestro país y los vicios, inmoralidad y mezquindad de las personas que las integran. También están quedando al descubierto los funcionarios que las escondieron o, en el mejor de los casos, no las denunciaron aun cuando sabían de su existencia. El presunto desvío de fondos públicos, provenientes tanto de impuestos como de ayuda internacional, para financiar los excesos de Mauricio Funes y su séquito, da asco.

Mientras supuestamente se ocupaba dinero del Estado para pagar las cirugías plásticas de las mujeres vinculadas al exmandatario y comprarles sandalias de cientos de dólares, los pacientes en el Hospital Rosales tenían que conformarse con que hubiese espacio en el suelo para poder recostarse. Mientras las finanzas públicas sufrían de una hemorragia imparable gracias a las bolsas de basura repletas de efectivo que, según el caso, se sustraían del Banco Hipotecario semanalmente, los voceros más recalcitrantes del oficialismo no perdían oportunidad para quejarse de no tener dinero suficiente, acusar a la oposición de no aprobar préstamos y al sector privado de conspirar en su contra por invertir en el extranjero y no en el país.

Funes nunca escondió sus vicios y excesos. Varios han comentado cómo era común verlo antes del mediodía con un trago en la mano. Tampoco era secreto el despilfarro en lujosas prendas, como relojes y otras joyas. Sabiendo esto y todo lo que la investigación está sacando a luz, ni un funcionario dijo algo. Todos callaron. Nadie tuvo la integridad moral y profesional de renunciar para no verse vinculados a esa clase de gobierno. Las excusas que ahora dan quienes trabajaron con Funes son bochornosas. También la designación en puestos que ofrecen inmunidad para personas que sirvieron como funcionarios públicos con Funes y que probablemente tengan una vinculación con el caso. Es increíble cómo, muy casuales, ninguno acepta responsabilidad alguna y sin dar la cara buscan blindarse.

Estoy seguro de que a la mayoría de los salvadoreños le cuesta terminar de creer que se de ese nivel de descaro. Puede que unos cuantos tengan un referente en su círculo cercano que haga más fácil imaginar que tengamos esta calidad de funcionarios, pero para la mayoría esto es algo que solo han visto en películas o series de televisión.

Hace poco, por ejemplo, hablaba con un amigo sobre este caso y me dio una descripción de la red de corrupción investigada que ilustra este punto perfectamente. Asombrado por la lujuria, ambición, traiciones y engaños del “saqueo” me dijo: “Los salvadoreños vivimos en un mundo gobernado por meñiques y no lo sabíamos hasta ahora”, haciendo referencia a Petyr Baelish, un personaje de la popular serie televisiva Juego de Tronos, de apodo “Meñique”. Baelish es uno de los villanos más detestables del programa. Taimado, interesado, sin vergüenza, malévolo y nada empático. Miente con gran facilidad y cambia de postura a conveniencia.

Mi amigo no dudó en hacer un paralelo explícito entre “Meñique” y el encargado de transparencia y anticorrupción del oficialismo, quien, con gran elocuencia discursiva, astucia argumentativa y sin una gota de sonrojo, ha desfilado por todos los programas de entrevista justificando el triste y engañoso papel que jugó durante la gestión de Mauricio Funes. El solo hecho de que continúe en su puesto sugiere que hay un ejército de “meñiques” detrás de él que no están dispuestos a dejar que uno de los suyos salga afectado por el caso. Estoy seguro de que el caso impulsado arrojará aún más detalles que nos permitirá dimensionar y caracterizar de forma más precisa la legión de “meñiques” que obstaculiza el progreso de nuestro país. Veremos si alcanzan los personajes de películas y series para describirlos.

Criminólogo

@_carlos_ponce