Los sistemas y la corrupción

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Por Manuel Hinds

14 June 2018

El caso que la Fiscalía ha iniciado contra el ex- presidente Mauricio Funes ha generado dos tipos de interpretaciones. Una sostiene que el caso prueba que las instituciones democráticas no funcionan y por lo tanto deben ser sustituidas por algún régimen diferente. La otra sostiene que, por el contrario, el caso prueba que las instituciones están funcionando porque se están abriendo posibilidades de obtener justicia que antes no existían. La segunda es, sin duda, la única realista porque está basada en una concepción sensata de lo que son los sistemas, y también, por eso mismo es la única conducente al progreso.

La visión de los sistemas políticos que fundamenta la primera interpretación asume que estos son automáticos —es decir, que para considerarse exitosos tienen que funcionar sin defectos aunque la gente elija para que los manejen personas incompetentes o inmorales o tiránicas. Esta manera de ver los sistemas es equivalente a pensar que, si un carro choca todos los carros no sirven, o que si la Selecta pierde consistentemente las reglas del fútbol no están funcionando, o que el fútbol mismo ha demostrado ser un mal deporte.

Los sistemas proveen un marco para la política, pero el resultado de dicha política depende no solo de ese marco sino también, y crucialmente, de las personas que la población escoja para manejar el sistema. Los sistemas, si hablaran, dirían lo que el juez John Roberts, presidente de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, dijo hace poco hablando de las limitaciones naturales que tiene la Corte misma: “No es nuestro trabajo proteger a la gente de las consecuencias de sus decisiones políticas”. El sistema no puede hacer que políticos malos electos a la Asamblea Nacional pasen buenas leyes, o que los electos a la presidencia hagan decisiones sabias aun si son ignorantes, o que se comporten honestamente si son deshonestos.

Esto nos lleva a la otra desventaja de la primera interpretación de lo que ha evidenciado el caso de Funes. El creer que las instituciones democráticas han fallado solo porque hay dificultades tontamente abre las puertas para las tiranías.

La política es el arte de tomar decisiones que afectan a una comunidad. Hay solo dos maneras en las que estas decisiones pueden tomarse. Una es que las tome una persona o un grupo que no tiene que responder por ellas a los que cargan con las consecuencias de dichas decisiones. La otra es que los que tomen las decisiones tengan que responder ante el pueblo, de tal forma que en el último análisis es el pueblo el que toma las decisiones.

Por supuesto, para que esto funcione así son necesarias instituciones, que establecen procedimientos para que las decisiones del pueblo se traduzcan en las decisiones de sus representantes. Por supuesto, si la gente toma decisiones tontas, éstas se filtrarán a los resultados del gobierno, aun si las instituciones funcionan bien. Pero los resultados serán mucho peores si, como resultado de esto, el pueblo desmonta las instituciones que lo ligan con el gobierno —que eso es lo que en el fondo quieren hacer los que piensan que el sistema es un fracaso y debe ser sustituido por otro. La alternativa al sistema en el que el gobierno tiene instituciones que lo ligan al pueblo es uno en el que dicha conexión no existe. Ese otro sistema es una tiranía que además de quitar la libertad al pueblo seria ilimitadamente corrupta.

La corrupción y la ineficiencia se resuelven apoyando acciones como la de la Fiscalía en el caso de Funes, y participando en la política para asegurarse de que las personas que manejan las instituciones representativas tengan la calidad humana y moral necesarias para manejarlas bien. Lo que no debe hacerse es caer en la tentación de darle el poder a personas que atacan la institucionalidad democrática del gobierno con el fin de desmontarla para poder ejercer un poder tiránico sobre el estado. Lo que el pueblo debe entender es que el que quiere demoler las instituciones democráticas lo que busca es destruir toda la capacidad que tiene el pueblo de controlar su eficiencia y honradez. Lo que quiere es que le abran la puerta para imponer una tiranía corrupta.

Máster en Economía

Northwestern University