Relanzar la producción cafetalera, ¡hagámoslo!

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Por Ricardo Esmahan

12 June 2018

Recientemente se realizó la Segunda Cumbre Mundial del Café, aquí en El Salvador, con el propósito de devolverle la vida y el auge al sector por medio de la tecnología e innovación. Los nuevos híbridos y la adaptación al cambio climático fueron los temas que ocuparon a los participantes de la Cumbre en las diferentes conferencias. En la producción de café se busca lograr una rentabilidad más alta por medio de la innovación dentro de un proceso de aprendizaje y educación, invirtiendo en un futuro científico.

Todos los retos de la producción del café se pueden superar a través de la ciencia, conocer el impacto del cambio climático y trabajar junto a la ciencia es la clave para incrementar la competitividad del café salvadoreño. Hay que recordar que la producción cafetalera en El Salvador obtuvo los rendimientos más altos en América Latina y uno de los más altos del mundo, en los años 60. La reducción drástica de la actividad cafetalera es consecuencia de factores estructurales relacionados con el clima de inversión y la percepción de riesgos de los actores de la cadena productiva de café.

Estos riesgos percibidos tienen que ver con la volatilidad de los precios, la falta de seguridad ciudadana, el envejecimiento de los productores y la falta de relevo generacional, el envejecimiento de plantaciones, cambios en el uso de la tierra por razones económicas, poco acceso a la tecnología, efectos del cambio climático sobre la proliferación de plagas y sobre las demandas agronómicas del cultivo, la existencia de deudas de arrastre, problemas institucionales, entre otros.

Como efecto de todo lo anterior, una falta de recursos financieros que a su vez ha impedido la renovación de cafetales, cuyas plantas ya pasan de los 30 años. Los factores de riesgo y la baja rentabilidad hacen que la actividad cafetalera sea poco atractiva para los productores y para la banca comercial, lo que a su vez incide sobre una baja inversión, continuando así el círculo vicioso de baja productividad, baja rentabilidad y baja inversión.

Se requiere una reforma total de la institucionalidad, se necesita aprender de los modelos institucionales más eficaces y efectivos de la región mesoamericana. Esta reforma pasa por establecer un Consejo con liderazgo, público y privado, donde se definan las políticas cafetaleras.

Por otra parte, se necesita crear un instituto con participación público-privada, aunque con liderazgo del sector privado. Esta nueva institución debe de ser financiada con recursos aportados por los productores. Y la principal función de este instituto debe ser la implementación de las políticas y estrategias que definan, en concertación, las autoridades públicas y el sector privado.

Hoy en día los productores están enfocados en el precio del café y una mayor rentabilidad de sus negocios, pero muy pocos caficultores están preocupados porque sus cultivos sean sostenibles y por definir qué factores podrían ser una amenaza en el futuro.

La innovación tecnológica nos puede llevar a una rentabilidad más alta, pero para impulsar esta innovación es necesario comprometernos con un proceso de aprendizaje y educación. Debemos invertir en el futuro científico.

Buscar consensos para determinar la hoja de ruta para el café es algo fundamental entre los actores claves: gobierno, sector privado y representantes de los demás implicados en la cadena de valor del café, como: ONG especializadas, universidades, proveedores de tecnología, entre otros; y, trabajar un calendario de ejecución con el objetivo de generar un proceso de cambio.

Todos los retos de la producción del café son superables a través de la ciencia. Como punto de partida, es importante poner en agenda una política de Estado: Crear un centro de investigación del café.

Exministro de Economía

resmahan@hotmail.com