El Nuevo Continente de porquería

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Por Carlos Alfaro Rivas

05 June 2018

En Atlántida, Francis Bacon nos transporta a un mundo utópico que brota cuando respetamos la madre naturaleza. Esta, devuelve el respeto con abundantes cosechas, frutas de mar, clima insuperable y paisajes similares a los de Adán y Eva.

A los salvadoreños nos caería muy bien, una inmersión en el mundo perfecto de Paco Tocino. Dejaríamos de aventar basura de la ventana del bus; recogeríamos el chiquero que tiramos en la playa. Reciclaríamos.

Me voy uniendo al ¡basta ya! de mi eco mujer, y una surfer de Oklahoma, llenando varios costales de plástico en la arena. “What a shame”, exclamó la gringuita.

De acuerdo Sally, es una pena, pues el mar se lleva el plástico, el plástico se transforma en micro fragmentos que las medusas confunden con comidita, el pescadito se come la medusa, el boca colorada se come al pescadito, y you & me nos comemos el boca colorada y el plastiquito. ¡Que se les retuerzan las tripitas, a los que no ponen la basurita en su lugarcito! “Ahora, 5 de junio, tengan un feliz Día del Medio Ambiente”, cacaraquea la lorilla Pepitilla con ironía.

Voy leyendo la amenaza a nuestras vidas que representa la terrorífica “Isla de la Basura” (the Great Pacific Garbage Patch), una porquería flotante del tamaño de un continente. Amarga pesadilla; absoluto contraste al dulce sueño de La Atlántida.

Se trata de millones de toneladas de plástico que causan destrucción mientas flotan tranquilamente entre California y Hawái. “Más o menos al frente de Acajutla”, informa la lorita Pepita con el ojo zurdo en el telescopio. The Economist menciona que la Isla de la Basura mide 1.6 millones de km2. La lora curiosa, los divide entre 21,000 km y afirma, con voz de nerdo: “¡76 veces el tamaño de El Salvador”!

Esta masa del mal, ha acumulado 30 años de veneno, desde su descubrimiento en el 88, llevándose de encuentro todo un ecosistema de aves, peces, tortugas y arrecifes.

La situación no es nada alentadora. Los homo chanchos, arrojamos 8 millones de toneladas de plástico anuales a nuestros océanos; en cada metro cuadrado de agua salada, hay 46,000 partículas de plástico, y en 2050, habrá más plástico que frutas de mar. ¡Basta ya!

Ente las 46k partículas encontramos llantas, bolsas, botellas, tapas, muñecas, asientos de Chele Bocón, zapatos, platos, vasos, pajillas… “¡Cállate, cállate, cállate que me desesperas!”, suplica la Pepita.

No vayamos muy lejos. En los Cobanos, algunos pescadores botan sus redes reventadas en el mar y, como resultado, en marzo pasado se manearon unas Moby Dick, en su migración del hielito del norte, al solecito del sur. En la calle al puerto brillan los flotadores, multi forma y multi color, que seguro terminan pegados en la isla plástica de la maldición. Conozco ciclistas y corredores que dejan penosa huella en su camino, con empaques de lo que mastican y beben. ¡Basta ya!

Se siente bien llegar a casa con las compras del súper; se siente mal si las bolsas acaban en el mar. Se siente mal que te caiga el styrofoam, con curtido y salsa de tomate, de la ventana de la Coaster; ver la arena alfombrada con basura. “What a shame”, repite Sally.

Es cuestión de educación; tanto en la escuela como en casa. También de conciencia; tanto empresarial como individual. Para bailar tango solo se necesitan dos, pero para salvar nuestro mundo se necesitan 7 billones.

Se necesita que las empresas inviertan en empaques biodegradables, que incentivemos el reciclaje, que las alcaldías le pongan coco a la recolección, que obliguen a limpiar y multen a los agresores, que los padres prediquen con el ejemplo, que llevemos nuestras propias bolsas al súper, que las escuelas activen jornadas de limpieza, que resucite Neil Armstrong para que se lleve la basura a la luna.

No podemos creer el dulce sueño de la Atlántida Cuscatleca que nos va pintando el profesor ¡Tiene valor! Absoluto contraste a nuestra realidad, y a la amarga pesadilla que representa el Nuevo Continente de porquería. ¡Basta ya!

Columnista de El Diario de Hoy

calinalfaro@gmail.com