Con la gente

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Por José María Sifontes

01 June 2018

"A todos los médicos del mundo” va dirigido el comunicado de la Asociación Médica Nicaragüense del pasado 25 de mayo, en el cual denuncia que, por orden del gobierno, las unidades de emergencia del sistema público de salud no están atendiendo a los heridos que llegan a consecuencia de las protestas contra el régimen de los Ortega. Como médico del mundo reacciono a esta información con una mezcla de sorpresa y rabia, preguntándome cómo es esto posible. El negar la atención a alguien en peligro de muerte, cualquiera que sea la razón que lo puso en dicha situación, va contra todos los principios de la ética médica y es, simplemente, llegar a lo más bajo y siniestro. Impacta darse cuenta de los extremos a que ha llegado el grupo gobernante para mantenerse en el poder. Nadie con sangre en las venas puede quedar indiferente.

Falta poco para que el número de muertos llegue a los 100, la mayor parte jóvenes. Existen asimismo muchos desaparecidos y presos políticos. Todo por protestar contra un sistema que la gente ya no quiere, de la que ya está cansada. En los hospitales también se esconden muertos, en las calles se reprime a sangre y fuego, se activan los sistemas de “orejas” de los barrios. A los que opinan se les amenaza y los medios de información son amedrentados.

En El Salvador los movimientos sociales llaman a que cese la represión, las iglesias se pronuncian también, solo el Gobierno mantiene una perturbadora pasividad. Algunos representantes de este incluso intentan justificar lo que está pasando y echan la culpa a los que protestan con argumentos tan débiles que nadie cree. Otros, cuando se les pregunta, se van por la tangente. ¿Qué justificación puede tener disparar a sangre fría a grupos de manifestantes universitarios, meterlos en la cárcel sin haber cometido delito o llevárselos donde jamás serán encontrados?

Es curioso, cuando se les pregunta a algunos que participaron en la guerra y que ahora están en cargos públicos cuáles fueron las razones que los llevó a pelear, señalan precisamente las mismas causas que se ven en Nicaragua. ¿Qué les pasó? ¿Por qué ese cambio de percepción? ¿Es que la represión no se justifica en ciertos casos y en otros sí, dependiendo de las conveniencias? Si entiendo bien el concepto de doble moral, creería que aquí aplica.

Venezuela es otro caso similar. Años de políticas equivocadas han llevado a una nación que por sus riquezas naturales debería estar hoy en el primer mundo a la más espantosa miseria. Elecciones tan fraudulentas que caen en lo absurdo, que darían risa si la situación no fuera tan patética. Y otra de las razones que se esgrimen para justificar la guerra. ¿En qué quedamos? ¿Aquí sí pero allá no? ¿El fin justificando los medios? De parte del Gobierno de El Salvador se felicita, junto a un grupito muy pequeño de países, a Nicolás Maduro por esas elecciones tan “participativas, democráticas y transparentes”. El Gobierno supuestamente representa a todos los salvadoreños. A mí que me quiten, yo no me siento representado en esta felicitación tan calurosa. A mí me dan pena los venezolanos buscando comida en los basureros, a los que les dan medicina para animales en los hospitales, los que tienen que irse del país para poder sobrevivir. No puedo estar con los gobiernos de Nicaragua ni Venezuela, pero sí, con toda mi solidaridad, con los nicaragüenses y venezolanos.

Médico psiquiatra.

Columnista de El Diario de Hoy