Derecho regulatorio y sistema financiero

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Por Ricardo Esmahan

22 May 2018

Aquellos que apoyan la economía de libre mercado dicen que es el mejor y más eficiente camino hacia la máxima prosperidad para todos. En otras palabras, todos ganan en un mercado libre; tal vez no todos por igual, pero al menos cada persona tiene la oportunidad de tener una vida próspera. Estoy de acuerdo con todo eso, excepto del ofrecimiento de que “todos ganan”.

De hecho, en la praxis de los mercados libres, estos no funcionan bien a menos que ciertas personas pierdan.

Los bancos, por ejemplo, se benefician principalmente al prestar dinero de los depositantes y tenedores de bonos. Un apalancamiento que los hace vulnerables a pérdidas cuando los deudores incumplen fuera de control. Como resultado, los banqueros quieren tener más apalancamiento para revertir este efecto adverso. Los reguladores quieren reducir el apalancamiento, para que sea menos probable que el sistema financiero se desestabilice. Estas dos posiciones antagónicas se terminarán encontrando en algún lugar del camino.

La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) maneja este equilibrio y lo hace bastante bien, hasta que algo como el evento de 2008 sucede.

Pero este es el problema: en economías dolarizadas, el aparato de estabilidad bancaria, la FED, realiza rescates ocasionales, alentando a los bancos y otros prestamistas a asumir riesgos imprudentes; porque saben, o al menos lo creen, que serán rescatados. Y eso nos lleva de regreso a mercados libres y perdedores, olvidando las lecciones de la crisis de 2008. Hace 10 años los accionistas fueron rescatados, los consejos de administración fueron rescatados, las gerencias fueron rescatadas. Entonces, desde su propia perspectiva, no hubo crisis.

No hay otra industria tan apalancada como el sistema bancario. Si duplicamos la cantidad de capital que tienen los bancos, podríamos recorrer un largo camino para resolver el problema que plantean aquellos que son demasiado grandes para quebrar.

Entonces, el sistema promueve tácitamente préstamos irresponsables. La forma de evitarlo en un mercado libre, es que los prestamistas irresponsables pierdan todo su dinero. Enviaría a los demás un mensaje: Eviten implementar las mismas políticas irresponsables.

La vigilancia y supervisión es el mejor recurso con que cuenta el Estado para la protección de los intereses del público. Aquí en El Salvador, la Superintendencia del Sistema Financiero es la autoridad técnica encargada de velar por la disciplina financiera y la estabilidad del sistema.

Escuchamos mucho sobre la crisis, y aún ahora, sobre personas que obtuvieron préstamos que no podían pagar. Obviamente, esa es una mala idea. Pero cada préstamo tiene dos lados: deudor y prestamista. Ambos tienen responsabilidades.

Del mismo modo que los deudores no deben endeudarse demasiado, los bancos no deben prestar en exceso. Olvidar esto fue lo que originó, en parte, la crisis de 2008. En teoría, el mercado libre impone disciplina en ambos lados, no solo a los deudores. Si existe problema con su hipoteca, cada entidad bancaria en el futuro le negará crédito o cobrará tasas mucho más altas, y con razón. Pero en el lado del prestador, las responsabilidades por los errores permanecen ocultas. Cosas similares suceden en Estados Unidos y en bancos de todo el mundo.

No creo que otra crisis bancaria sea inminente, pero finalmente tendremos una. Cuando llegue esa crisis, algunas personas querrán culpar al capitalismo, pero el verdadero culpable será la falta de disciplina de mercado de los prestamistas.

El desarrollo económico requiere un sistema financiero ágil y solvente, supervisado con la disciplina que garantice la estabilidad del mercado financiero y mantenga la confianza del público.

Columnista de

El Diario de Hoy.

resmahan@hotmail.com