Los precandidatos del FMLN

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Por Luis Enrique Contreras Reyes

10 May 2018

El FMLN ya inició su proceso de elección del candidato presidencial para 2019. Sus dos precandidatos son ya conocidos en el espectro político salvadoreño: Hugo Martínez y Gerson Martínez. Ambos tienen en común no solamente el apellido, sino que también no representan la ideología ortodoxa, verticalista y antidemocrática de la cúpula del partido de izquierda.

Luego de un desgaste gubernamental de nueve años en el poder, de políticas erradas que han llevado a nuestro país a altos índices delincuenciales, un misérrimo crecimiento económico, un sistema de salud decadente, persecución y arbitrariedades contra empleados públicos que no comulgan con su arcaica ideología; falta de diálogos con sindicatos a los cuales les prometieron beneficios que luego nunca cumplieron, fueron algunos de los detonantes para el hundimiento electoral del FMLN en las elecciones del 4M.

La estrategia para ganar nuevamente el Ejecutivo debe cambiar y para ello buscan apostarles a personas más conciliadoras como los precandidatos en mención, de los cuales es importante hacer un breve análisis: Gerson Martínez, con una excelente capacidad de elocuencia y una experiencia profesional que le permitió ser ministro de Obras Públicas, donde ejecutó una infinidad de obras que hicieron colapsar las calles y economías de muchos negocios establecidos en los lugares intervenidos.

Las obras deben hacerse, pero al no existir un plan para suplir las perdidas económicas de los comercios de las zonas afectadas, evidencia una incapacidad de planificación preventiva de estos proyectos. ¿Cómo planificaría planes de nación de mayor envergadura? Esto nos despierta una alerta. También llama la atención que en una entrevista le preguntaron sobre su pensamiento político y respondió líricamente, usando alegorías para no concretizar y evadir el cuestionamiento. Alguien que se avergüenza o por agradar a los no simpatizantes de su autoritario partido miente de esa forma, no es digno de confianza alguna.

Hugo Martínez, con su eterna sonrisa y poseer una personalidad conciliadora, le valió para ser nombrado Ministro de Relaciones Exteriores en 2009 por el expresidente asilado en Nicaragua, Mauricio Funes. Nunca se desvinculó de la parodia gubernamental montada por Nicolás Maduro; siempre mostró un apoyo incondicional al gobierno autoritario de Venezuela; en junio 2017 en la Asamblea General de la OEA, El Salvador se abstuvo de votar a favor de la propuesta que pedía reconsiderar la Asamblea Nacional Constituyente llevada a cabo por la dictadura venezolana.

El senador Marco Rubio había mencionado a República Dominicana, El Salvador y Haití de cara a la votación sobre Venezuela en la Asamblea de la OEA, que sería difícil defender la ayuda estadounidense que se le brinda a estos países si no defienden la democracia en la región. Haciendo caso omiso de esta recomendación del senador republicano, El Salvador se quedó hasta sin el Estatus de Protección (TPS). Sin haber elaborado un plan para recibir a los connacionales que regresarán al país, Hugo Martínez pidió permiso para correr por la precandidatura de su partido FMLN.

El FMLN evidencia un desparpajo político de empatía difícil de enmendar y aunque recurran y busquen auxiliarse de figuras menos ortodoxas como los dos Martínez, su superestructura ideológica política no cambiará; un gobernante no dirige un país solo, necesita de funcionarios capaces para el desarrollo de los diversos rubros. Cualquiera de estos dos precandidatos que ostentara el Poder Ejecutivo recurriría a los mismos o similares protagonistas de la calamidad que tenemos en escena en nuestro país actualmente.

El Salvador necesita de un rumbo totalmente diferente. Ya rebasamos los límites de la inoperancia, incapacidad y mediocridad en áreas vitales para el desarrollo del país. Somos de los pocos países alienados que defienden a políticos corruptos del socialismo del siglo XXI; el panorama geopolítico está cambiando notablemente, Sudamérica ya giró el timón desechando gobiernos populistas cuya única habilidad es la destrucción de la democracia… El Salvador no puede ni debe quedare atrás… el giro de timón debe darse cuanto antes.

Analista Político y

Columnista de

El Diario de Hoy.