Rencor en tiempos de reconciliación

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Por Max Mojica

23 April 2018

Este domingo veintidós de abril se celebraron las primarias en ARENA, las cuales revistieron características únicas en la historia política salvadoreña: fueron públicas. Por primera vez en nuestra historia —tan huérfana de transparencia— un instituto político se arriesgó a críticas, señalamientos, fraccionamientos, zancadillas y empujones, con tal de apostarle a un proceso abierto que desterrase el “dedazo”, a la hora de escoger a sus candidatos para puestos públicos.

La aventura que reviste un proceso político abierto empezó con los candidatos a diputados y alcaldes, proceso el cual, en atención a la diversidad de postulantes y al hecho que nuestro país continúa siendo “presidencialista”, generó menos interés público y por ende, menos roces internos dentro del partido. La elección del precandidato presidencial fue otra historia.

Memes hirientes, chambres bajeros y posturas fanáticas estuvieron a la orden del día, propagadas por baby dinosaurios, que olvidan que, a estas alturas de nuestro desarrollo democrático, el candidato idóneo para gobernar a todos los salvadoreños, debe ser aquel que reúna el carisma de una Miss, el rostro dulce de una abuelita, la empatía de un psiquiatra, el liderazgo flexible y positivo de un boy scout, el activismo social de un Rotario, empaquetado todo con una excelente hoja de vida en la que destaquen por igual, logros académicos y experiencia empresarial y/o profesional. ¿Tenemos que mandarlos a hacer a Ilobasco? No, ARENA nos demostró que existen y que, cuando la candidatura es abierta, estos espontáneamente surgen de su tejido social.

Al momento de escribir estas líneas, aún no conozco el resultado de las internas, pero estoy seguro de que el candidato que salga electo será una excelente opción presidencial para nuestro país. Javier, Gustavo y Carlos se sitúan a años luz de nuestros tres últimos presidentes, no solo en términos académicos y empresariales; sino por su virtud probada, ya que, como personas, han sido capaces de ser generadores de empleo y desarrollo en El Salvador, amén de poseer unas envidiables y sólidas familias.

Ninguno de los tres necesita de la política, de hecho, por todo lo que implicará ejercer la presidencia de la república luego de 10 años de gobierno populista será, para cualquiera que resulte electo, más que un privilegio, una fuente de crisis personal que seguramente salpicará a sus empresas, familia y círculo de amigos. Ser presidente de El Salvador no es ganga, y quien quiera hacerlo en estos tiempos, refleja que se trata de un verdadero patriota.

Puede sonar ostentoso decirlo, pero con la fiesta cívica arenera salió ganando todo El Salvador. La transparencia es un carril de un solo sentido, no tiene vuelta atrás; el pueblo lo aprende, y lo aprende rápido. Considero que todos los correligionarios del resto de partidos políticos deberán ejercer las presiones necesarias para que sus “cúpulas” cedan ante esta legítima aspiración democrática. Quisiéramos pronto ser testigos como un FMLN, un GANA, PCN y PDC apuesten por esa tan necesaria transformación democrática interna, que produzca una nueva cosecha de políticos que, con orgullo, nos presenten sus hojas de vida, que nos haga generar confianza en sus competencias profesionales y no en sus compadrazgos políticos o simple filiación ideológica.

Cuando se esté leyendo este artículo y ya se conozcan los resultados, pregunto ¿qué pasará con todos aquellos que públicamente atacaron al “rival”, al candidato que no era de su preferencia, y que precisamente no quedó electo? Pues no debería pasar nada. Sentimientos como rencor, rechazo y venganza deben estar permanentemente fuera del lenguaje y la actitud de un estadista.

Conozco gente de altos quilates que apoyó durante la campaña a uno u otro candidato —incluso, hasta en formas subidas de tono— por lo que, por el bien de El Salvador, espero que el candidato electo tenga como prioridad no solo olvidar reales o imaginarios agravios, sino que dedique todas sus capacidades para unir, primero al partido y, eventualmente, de ser electo Presidente de la República, unir a todos los salvadoreños.

Abogado, máster en Leyes.

@MaxMojica