El fin no justicia los medios

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Por Teresa Guevara de López

21 April 2018

¿Cómo es posible que los que piden la despenalización del aborto se hayan olvidado de que el fin no justifica los medios? Esgrimen argumentos de tipo sentimental algunos, otros con poca profundidad científica o ya superados, y muchos se escudan en que la defensa de la vida es por convicciones religiosas, y contradice la laicicidad del Estado.

Es un hecho científicamente comprobado y demostrado por la tecnología, que la vida comienza desde la concepción, por lo que terminar con ella constituye un asesinato, aunque hay sectores que apoyan la iniciativa de algunos diputados de despenalizarlo por cuatro causales, basadas en argumentos poco convincentes.

El abogado Rubén Zamora asegura que el precepto divino “no matarás” tiene excepciones como en el caso de guerra o legítima defensa, por lo que también podría aplicarse al caso del aborto. ¿Pretende que el no nacido está en igualdad de condiciones para defenderse de quienes quieren aniquilarlo? También cuestiona a quienes hoy adversan las excepciones, de no haberlo hecho antes de 1998, cuando la ley penal autorizaba el aborto en algunas circunstancias. No ha tomado en cuenta que la mayoría de quienes hoy son pro vida eran tan jóvenes antes de la reforma, que no tenían voz en el debate y que no existía el millonario negocio del aborto y la venta de órganos.

Claudia Cristiani y Gaby Trigueros, aunque se declaran defensoras de la vida y en contra de matar bebés, recurren a casuística de corte sentimental o ya superada o a información procedente de organismos internacionales, con muy poca base científica y menos credibilidad. Porque todos recordamos la mentirosa campaña que varias organizaciones internacionales patrocinaron a nivel mundial, en redes sociales y vallas publicitarias, denunciando la condena a 30 años de cárcel de las 17 mujeres que habían tenido abortos espontáneos, cuyos bebés no habían llegado a término, basándose en las denuncias de organizaciones feministas locales muy poco confiables. Para cuidar su prestigio, estos organismos internacionales debieron haber recurrido a las fuentes primarias, en este caso el Instituto de Medicina Legal, donde podían encontrar los reportes de las autopsias y fotografías que demostraban que esos embarazos llegaron a término, las criaturas nacieron vivas y luego fueron cruelmente asesinadas por sus propias madres.

Lamentable que asociaciones de médicos defiendan el aborto terapéutico, que no cura nada y riñe totalmente con el Juramento Hipocrático, y se justifiquen con criterios basados en postulados de los tan desprestigiados organismos internacionales, lo que deja muy mal parada la seriedad y profesionalidad de las en un tiempo tan respetadas gremiales. Sobran las historias en las que los médicos se han equivocado y han recomendado el aborto, y luego de nueve meses de angustia, la heroica madre ha dado a luz a un bebé completamente sano.

Cuando se acusa a los defensores de la vida de basarse en argumentos religiosos, los que promueven el aborto demuestran tener escasos conocimientos de la existencia de la ley natural y olvidan que el fin jamás justifica los medios y que de un árbol malo no pueden salir frutos buenos. Queda pendiente todavía la última plenaria de la Asamblea Legislativa, en la que los que defienden intereses internacionales tratarán luchar por la despenalización del aborto, aunque la mayoría de la población esté en contra de tan abominable crimen. Es un orgullo, y no una vergüenza para El Salvador, contarse entre los pocos países del mundo que todavía defienden al no nacido.

Columnista de

El Diario de Hoy