Planificar, pactar y priorizar

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Por Luis Mario Rodríguez

19 April 2018

El próximo gobierno necesita planificar, consolidar alianzas y, ante todo, priorizar. Sin un plan concreto continuaremos improvisando. Una posible reactivación del ministerio de planificación —se intentó con la Secretaría Técnica pero el conato se torció en el camino— no equivale a centralizar la economía en el Estado. Esa época de “sombras soviéticas” quedó enterrada en el pasado. Se trata de proyectar un rumbo concreto para el país. Una dirección que, bien enfocada, retome el dinamismo económico, incentive a la empresa privada, apruebe políticas públicas sostenibles en aspectos estratégicos que combatan la pobreza, dinamicen la economía y controlen la inseguridad pública.

Ese objetivo se consigue con funcionarios capaces, política y técnicamente. A la siguiente administración le corresponderá erradicar el clientelismo político, profesionalizar la función pública y crear un sistema de incentivos que motive a los empleados públicos. Solo así obtendremos resultados. De lo contrario seguirán las medidas cortoplacistas que buscan votos y se olvidan del interés general. Esforzarse para ganar elecciones no es ningún pecado. La falta se comete cuando el centro del trabajo público no son las personas sino la conservación del poder político.

Por otro lado, sin coaliciones con diferentes sectores, al presidente que resulte electo en 2019 le será difícil gobernar. Ciertamente las alianzas partidarias serán importantes. La legislatura 2018–2021 presenta una composición que, a diferencia de otros quinquenios, no requiere de los votos del principal partido de izquierda para alcanzar las mayorías simple y calificada. Hay quienes afirman que esta aritmética “facilitará” la labor del Ejecutivo si lo preside alguien de derecha. El reto en todo caso no es de votos ni será más sencillo si gana el candidato del FMLN o el de ARENA. El gran desafío del sucesor de Salvador Sánchez Cerén será recuperar la confianza en la política, en los partidos y en la misma democracia. Las del siglo XXI han sido calificadas como “las elecciones del enojo”. Es un enfado que nace del hambre, de la falta de atención médica, del despilfarro y la corrupción y del miedo a ser víctimas de la violencia. Esta realidad, que afecta a toda América Latina, obliga a los mandatarios a pactar con la sociedad civil, con los gremios y sindicatos, con los desempleados y con los que sufren el acoso de las pandillas.

Quien dirija al país durante el quinquenio 2019–2024 debe identificar los temas esenciales en los que enfocará sus energías. Seguir bajo la lógica de “hacerlo todo” lo hará fracasar y con él nos hundiremos todos. Rudolph Giuliani, el exalcalde de Nueva York, ofreció tres aspectos muy concretos: la priorización de la inseguridad como el problema a resolver, el análisis periódico y uso estratégico de las estadísticas criminales y la promoción de la “cultura de legalidad” con el lema de “cero impunidad”.

Otorgar una atención preferente al combate del crimen por encima de otras necesidades permitió focalizar recursos orientándolos exclusivamente a reforzar al departamento de policía del Estado y a mejorar la tecnología con la que contaba. A quienes exigían más calidad en la educación y mejor infraestructura escolar, Giuliani les dijo que primero debía generar un entorno seguro para que los estudiantes no temieran asistir a la escuela. Estaba convencido que al solucionar este obstáculo los negocios florecerían, se recaudarían más impuestos y entonces se podrían atender el resto de aspiraciones de los habitantes.

Por otra parte se concedió una atención de primer orden a la interpretación de los números. Conocer el comportamiento de los delitos y confirmar si éstos aumentaban o disminuían en diferentes demarcaciones de la ciudad, posibilitó a las autoridades dirigir y redirigir los operativos policiales a una u otra zona conforme los delincuentes migraban de un lugar a otro. Esa persecución sin respiro fue “limpiando” aquellos lugares en los que el hampa había tomado el control.

La multiplicidad de demandas ciudadanas en El Salvador hace imposible abordar un solo tema. Sin embargo, con una adecuada programación pueden atenderse asuntos específicos y estratégicos en áreas tan complejas como la salud, la educación, la generación de empleo y la seguridad. La tarea será complicada pero ahora, con más claridad que antes, están identificados los dilemas nacionales.

Columnista de

El Diario de Hoy