El presidente rehén

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Por Carlos Alfaro Rivas

17 April 2018

Desde la década de Alberto Fujimori (1990-2000), sigo de cerca la política peruana. En aquel entonces viví la intensa negociación para que TACA Perú volara con libertad; seguí de cerca los videos del corrupto Montesinos (mano derecha del presidente nipón); aplaudí la derrota de los salvajes del Sendero Luminoso, el acelere de la economía y los frenos a la hiperinflación. Interesantes capítulos, opacados por un gobierno autoritario con muchos esqueletos en el closet.

Al fin, TACA Perú voló y Fujimori en el bote acabó. Le cayeron 25 por corrupción y complicidad con escuadrones de la muerte.

Mi vida dio un giro laboral, por lo que no le di seguimiento a los quinquenios de Toledo, Alan García y Ollanta Humala (2001 al 2016). Retomé el hilo con la raspadita victoria de un Pedro Pablo, con apellido impronunciable, alias PPK.

En 2016, el fujimorismo, encarnado en la Keiko, hija de Alberto, simasito renace, forzando a PPK a una segunda vuelta, con la que conquistó la banda presidencial, por tan solo 39,000 votos arriba de la señorita Fujimori.

Pero para gobernar se necesita balance legislativo, que no se logra con solo 18 de los 130 curules, ni con las uñas de fuera, y absoluta mayoría (71 curules) de Fuerza Popular, el partido de la Keiko.

Retomé el pulso político peruano, al comparar las calificaciones de PPK con las de SSC, en nota publicada en este periódico (27/6/2016): Wall Street vs. Guazapa; Oxford y Princeton vs. solo secundaria; amplia experiencia como banquero vs. guerrillero; inglés y francés vs. respeto respetuoso; el del sur toca el piano y la flauta; el del centro toca solo la puerta. Ojo al Cristo con las hojas de vida de los candidatos a presidente, compatriotas; el otro año no la podemos volver a regar. Promesa de campaña de PPK fue a Fujimori liberar, dicho y hecho, el pasado día de Navidad. “Es quizás la decisión más difícil de mi vida”, anunció PPK a La Nación, “pero la justicia no es venganza”, y abre la celda del enfermo presidente, tras 18 años tras las rejas, con un Feliz Navidad, sin duda el mejor regalo recibido.

Un poco más de la mitad de los peruanos estaba de acuerdo con la liberación, pero los que no, hacen su rechazo sentir, con semejantes manifestaciones en las calles peruanas; leña para el fuego, en contra de PPK, por parte de Fuerza Popular.

Más leña, cuando acusan a PPK de haberse salpicado con $700 millones de una gallinita brasileña de los huevos de oro llamada Odebrecht, gracias a servicios de consultoría en sus tiempos de Ministro de Economía.

Metió las patas el presidente al titubear en su explicación del caso, alborotando el odio de la oposición, enfocada en darle en la nuca a PPK por “incapacidad moral”.

Caso similar cuando Francisco Flores titubeó con su explicación de los 10 millones, alborotando el odio de la oposición (sobre todo el de Funes), enfocada en darle en la nuca a Paco por puros celos.

Pero el rehén presidente sobrevivió en el trono unos días más gracias a Kenji, hermano de Keiko, quien “convenció” a 10 diputados de Fuerza Popular de abstenerse en la votación por el segundo indulto, a cambio de obras públicas.

La gota que rebalsó el vaso fue que la oferta de Kenji quedó documentada en los Kenjivideos que la Keiko, sonriente, develó.

A medio escándalo, 3 de sus propios ministros, y tres de sus 18 diputados abandonan barco, acorralando aún más al rehén presidente quién, el 22 de marzo, anuncia su renuncia a la Nación, con cara de víctima de secuestro.

Los mercados financieros se mantuvieron estables ante la noticia, como agradeciendo el pronto desenlace de un triste caso de entrampamiento del poder ejecutivo con el poder legislativo.

¡Ahora entiendo dónde se inspira Vargas Llosa!

El caso PPK evidencia la importancia de un balance legislativo. Menos mal ningún partido político salvadoreño tiene mayoría en nuestra nueva Asamblea. Esperemos no sea contaminada por las tentaciones de siempre; que trabaje de corazón, y deje gobernar a un nuevo y tan esperado presidente.

“Con tal de que no sea Gerson ni Nayib”, suena afligida lorita Pepita. “¿Simán, lorita?”, le pregunto. “Simón” responde.

Columnista de El Diario de Hoy.