Enfrentando comercialmente al dragón chino

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Por Ricardo Esmahan

17 April 2018

La política comercial internacional no debería ser noticia de primera plana, pero en la actualidad ésta no están donde debería.

El comercio y los aranceles están en todas las noticias, porque el presidente Trump persigue a China, lo que molesta a los mercados financieros internacionales, que no quieren barreras indebidas al comercio. Sin embargo, el presidente Trump en parte tiene razón, China no ha correspondido recíprocamente a Estados Unidos; y por tanto, sí se necesitan algunos cambios. El problema es que los métodos de solución defectuosos generalmente producen resultados defectuosos. En este caso, el problema es más que un método defectuoso… es una economía defectuosa.

Las declaraciones de Trump dicen no gustarle los déficits comerciales, particularmente el que Estados Unidos tiene con China. Parece verlo como una propuesta de ganar o perder, pero por un lado, un déficit comercial entre dos naciones no es inusual, y un equilibrio preciso sería algo extraño. Los países tienen diferentes necesidades, por lo que algunos importan más que otros. En el caso en comento, China obtiene dólares y a cambio se obtienen productos fabricados en China. Su casa, amigo lector, y las casas en todo el mundo, probablemente estén llenas de pequeños trozos del déficit comercial entre Estados Unidos y China. Así como nuestros hogares tienen productos chinos, las cuentas bancarias chinas tienen billones de dólares. Ese es el otro lado del déficit comercial que el presidente Trump odia tanto.

¿Qué hacen los chinos con esos dólares en exceso? invierten muchos de ellos en valores del Tesoro de Estados Unidos, al punto que China es el mayor prestamista extranjero del gobierno norteamericano.

Un riesgo es que China simplemente se limite a comprar menos bonos del Tesoro. Los inversores chinos no pueden comprarlos a menos que tengan exceso de dólares; y no lo tendrán si el presidente logra reducir el déficit comercial. Si China no compra estos bonos, alguien más lo hará, pero probablemente a interés más alto. Esto aumentará los costos del servicio de la deuda y la aumentará aún más.

Y cuando las tasas del Tesoro suben también suben otras tasas de interés a largo plazo, como las tasas hipotecarias. Esto podría encarecer las compras de vivienda, reduciendo el gasto de otros consumidores y tal vez perjudicando a la industria de la vivienda. Por lo tanto, atacar este problema de déficit comercial corre el riesgo de empeorar algunos problemas reales.

Ahora, algunos dicen que todo esto es una táctica de negociación, que la imprevisible y dura conversación del presidente Trump deja a los oponentes desprevenidos y establece una “victoria”. Tales tácticas han funcionado para Trump en los negocios privados. De hecho, la habilidad empresarial del presidente es la razón por la cual mucha gente votó por él. Prometió negociar grandes ofertas y tenía un historial para hacerlo. Pero quemar puentes puede tener sentido si se tienen miles de puentes más sin quemar.

Las negociaciones comerciales son particularmente difíciles porque muchos grupos tienen interés en el resultado. Las amenazas abiertas raramente ayudan; e incluso pueden doler, provocando oposición que impide que otro líder ofrezca concesiones. Trump tiene razón en que China no siempre ha jugado limpio y líderes de otras naciones sienten lo mismo. Esa puede ser una herramienta de negociación que Estados Unidos podría usar a su favor.

Como el mayor mercado de exportación de China es Estados Unidos, Washington tiene mucha ventaja y podría tener aún más influencia trabajando con otros clientes principales de China, como Europa occidental.

El riesgo de una eventual guerra comercial es grande. Tal vez Trump lo vea como un riesgo que vale la pena correr.

Columnista de El Diario de Hoy.

resmahan@hotmail.com