Radiografía de un presidente

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Por Max Mojica

16 April 2018

¿Es la época la que forja a sus grandes hombres, o son los grandes hombres los que forjan una época? Nuestro país ha sido testigo de cómo han surgido, de cuando en cuando, líderes que lo han conducido por senderos, muchas veces gloriosos, y quizás, con mayor frecuencia a la que quisiéramos, por tortuosos caminos que han provocado sangre y lágrimas entre la población.

En las décadas de los 70 y80 del siglo pasado vivimos el surgimiento de innegables líderes políticos y sociales que marcaron -para bien o para mal-, el rumbo del país. Es imposible no reconocer el aporte que José Napoleón Duarte, Schafik Handal y Roberto d’Aubuisson dieron a la Nación. Sus figuras emanan luces y sombras; odiados por unos, idolatrados por otros. Pero más allá de cualquier análisis sesgado de la realidad, los tres fueron personajes que dejaron una imborrable huella en la realidad nacional. Su influencia e ideas políticas, en gran medida, continúan gravitando en el devenir político salvadoreño.

A más de 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz, los salvadoreños hemos experimentado un importante avance en nuestra sensibilidad democrática, en nuestra percepción del liderazgo, en el desarrollo de una visión más integral de lo que debe ser un político, acompañado de un notable cambio en lo que el salvadoreño promedio espera y exige de la administración de la cosa pública: el pueblo ya no está de acuerdo en que esta se administre como la “parcela privada” del presidente, sino que aspira a que los fondos públicos sean administrados con probidad y orientados al beneficio de todos, lo cual naturalmente destierra el concepto de corrupción, compadrazgo y nepotismo, que tan recurrentemente coexistieron en los gobiernos anteriores.

El Salvador recién está despertando del sueño del “cambio”. En 2009 se vendió la idea de que cuando la izquierda finalmente ganara, vendría con ella la reivindicación de las aspiraciones populares: paz, progreso y libertad para todos. Las promesas se hicieron cenizas. Lo que el pueblo experimentó fue más de lo mismo: corrupción, nepotismo, polarización, aderezado todo con una notoria incapacidad de los funcionarios públicos, para llevar a nuestro país por la senda que nos lleve al desarrollo.

No se percibió cambio de rumbo a partir de 2014, lo que acabó provocando que, luego de casi 10 años, la situación de nuestro país sea sumamente compleja y delicada, tanto a nivel de finanzas públicas como en términos de seguridad, salud y educación, que son los reclamos más sentidos de la mayoría de salvadoreños. Ello nos debe mover a pensar ¿qué tipo de presidente necesitamos?

Necesitamos a un presidente con suficiente capacidad académica y experiencia profesional que conozca cómo generar valor en nuestra sociedad, porque él mismo lo ha generado en su vida personal. Que sepa y acepte que “no lo sabe todo” y que, por lo tanto, sepa que debe rodearse de tecnócratas, junto con los cuales pueda construir una visión de país para los próximos 5, 10 y 15 años. Que por tener estudios conozca, de primera mano, la importancia de contar con un pueblo educado y que apueste, decididamente, por una mejora en nuestro sistema educativo, lo cual necesariamente pasa por una alianza y apoyo a los maestros, pilares de cualquier sistema educativo. Que tenga la suficiente inteligencia emocional para darse cuenta del estado de polarización, resentimiento y crispación social, que décadas de prédicas de odio de clase, han dejado en la psiquis de los ciudadanos. Que por ser tolerante a las diferentes tendencias sociales y formas de pensar, le apueste por la unidad sin divisionismos, conocedor que todos estamos en un mismo barco, que se llama El Salvador. Que su prioridad sea la transparencia en el manejo de la cosa pública, por lo que le apueste decididamente por la meritocracia a la hora de escoger a su equipo de trabajo.

El Salvador no solo necesita un presidente, necesita un estadista, que nos dé esperanza, que nos reconcilie y nos conduzca por la senda que nos lleve al desarrollo. Esa es la radiografía del presidente que necesitamos.

 

Abogado, máster en Leyes.

@MaxMojica