Subsidio al gas, con insostenible endeudamiento

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Por Inés Quinteros

10 April 2018

Luego de la derrota sufrida por el partido oficial en las pasadas elecciones del 4 de marzo, en las que perdió prácticamente la mitad de su caudal electoral, el vicepresidente de la República ha expresado que como gobierno se concentrarán en revisar el sistema de subsidios (energía eléctrica, agua y gas), en sintonía con los cambios anunciados a fin de recuperarse hacia las presidenciales de febrero de 2019.

Llama la atención que después de tantas reformas al subsidio del gas, en 9 años de gobiernos del FMLN continúan a prueba y error, reaccionando a situaciones electoralmente perjudiciales al partido.

Algunos son de la idea de que buen gobierno es el que da cosas gratuitas, cuando en realidad un buen gobierno se distingue por facilitar el desarrollo a sus ciudadanos y el de su capacidad adquisitiva. Sin embargo, es obvio que las políticas de subsidios y los programas sociales de estos gobiernos, han fracasado por haber sido empleadas como herramientas electoreras y sin ningún potencial para que la población objetivo supere las condiciones de pobreza. Es lamentable, que la izquierda evita la pujanza económica de amplios sectores para perpetuar un contingente cada vez mayor de pobres y así lograr votos a favor del gobierno que regala. La población despierta y ha expresado cansancio ante estas ideologías caducas.

Los subsidios deben constituir instrumentos que tienen la finalidad de reorientar la riqueza producida de un sector a otro con carencias, como una acción deliberada del Estado. La visión económica y social de los gobernantes determina la política de subsidio y su diseño, al igual que su impacto económico y social, lo que hasta hoy denota ser un rotundo fracaso.

La visión de la nueva política económica de izquierda hacia febrero 2019 ofrece profundizar lo social, enfocándose en los más pobres, pero olvida a la clase media y sus logros en su calidad de vida, así como el ascenso social. El signo de izquierda es apoyar a los pobres, a los necesitados, y la clase media, desprotegida, resulta ser la primera en asumir la factura de estas reformas, incluyendo la tributaria.

En el subsidio al gas propano se agrega la experiencia de morosidad en el reembolso del subsidio a la industria gasera, lo que encarece la administración del subsidio así focalizado, al aumentar el costo financiero por la afectación a la liquidez de los consumidores.

La teoría económica nos dice que toda política de subsidio se sostiene básicamente de dos fuentes: los impuestos o las ganancias de empresas estatales. Incluyendo un impuesto especial a cierto sector poblacional para sufragar el subsidio a otro sector con carencias. En nuestro caso, el Gobierno aumenta irracionalmente el endeudamiento para el pago de subsidios. La complicada situación fiscal arrincona al Gobierno al endeudamiento para su política social. Desatendiendo que cuando pretende subsidiar y no se tiene una buena gestión que incentive la economía y recaude más tributos, solo se debe subsidiar al que “más” lo necesita. Se focaliza.

Sin embargo, hemos sido testigos que con la Tarjeta Solidaria la política social del Gobierno se financia con deuda a cientos de pequeños distribuidores de gas propano y pequeñas tiendas. La Unión de Distribuidores de Gas (Udigas) advierte que este esquema ha quebrado a cientos de pequeños distribuidores. Y es lógico, venden el gas a un precio subsidiado y luego les cuesta recuperar su pisto para cubrir costos y reponer inventario.

Subsidios y más subsidios, y que el Gobierno se quede sin pisto, parece no importarle al FMLN. Siguen subsidiando vivienda, comida, agua, salud, etc. La complicada situación fiscal ya arrinconó al Gobierno al endeudamiento irracional para sostener su política social.

Exministro de Economía,

columnista de El Diario de Hoy.