Reconciliación y despolarización

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Por Elizabeth Castro

05 April 2018

Es claro que en política la negociación entre partidos es necesaria y fundamental para la gobernabilidad y la democracia. Pero el pasado reciente nos demuestra que cuando se negocia sin claridad de principios y solo en función de alcanzar una paz ilusoria, el resultado puede ser una democracia debilitada y desfigurada, y hasta en peligro de perderse.

Hay que recordar que con el fin de reducir la oposición contra su proyecto político, la izquierda utiliza hábilmente la distorsión semántica como táctica de distracción y engaño. Ante esto, siempre hay que tener presente el peligro de usar el lenguaje y tomar para sí algunos temas que la izquierda promueve.

No hay duda de que en esto el FMLN ha sido muy astuto. Esto se hace evidente por el hecho de que hasta ahora la mayoría de los temas que marcan las agendas política y mediática del país son los que la izquierda impulsa. Entre estos temas destacan, hoy por hoy, las simpáticas palabras reconciliación y despolarización. Su uso hace ver políticamente sexy a cualquiera, pero maliciosamente instrumentalizadas no son más que dos de los muchos cebos usados por los enemigos de la democracia para evitar el debate sobre las verdaderas causas de los problemas del país.

La reconciliación que el FMLN pretende se reduce a lograr “consensos” en torno a temas coyunturales de su interés, sacrificando, de paso, los principios democráticos. Todo en aras de la paz.

Hay que advertir que a la población no le interesa si los partidos se ponen de acuerdo en un promedio mediocre de ideas y de políticas públicas coyunturales, sino en temas fundamentales. Y es claro que esto no se logrará soñando con hacer de El Salvador un país en donde todos los políticos se abracen y departan alegremente, mientras los salvadoreños siguen viviendo en zozobra.

La gente quiere soluciones reales a sus problemas, y eso pasa por el tema esencial de desmantelar el modelo antidemocrático, intervencionista, clientelista, e ineficiente del FMLN que tiene en crisis al país.

La verdadera reconciliación surgirá cuando se deje de fomentar el odio de clases, se termine la práctica nociva de hacer pactos con la delincuencia, se eviten leyes que obstaculizan la generación de empleo, se respete la independencia de los órganos del Estado y se termine con la corrupción, entre otros temas. Solo entonces los programas de educación, salud, seguridad y empleo serán efectivos. En resumen, la reconciliación que el país necesita es con el Estado de Derecho, la libertad y la democracia.

En lo que a la polarización se refiere, la trampa consiste en hacer creer que si el país no avanza es porque las posiciones de las fuerzas políticas están alejadas. Mediante este engaño, el gobierno se desmarca de su responsabilidad y la traslada a la “maldita polarización”.

La polarización es entonces la perfecta excusa para los gobiernos intolerantes que desean anular el debate de ideas e ignorar las causas reales de los problemas, rehuyendo así de su responsabilidad ante el fracaso de su gestión.

Ponerse de acuerdo con la izquierda en soluciones de corto plazo, soslayando principios de una sociedad libre, convertiría a la derecha en cómplice de la destrucción de la economía y de la democracia.

El gran mensaje que la población envió a los partidos políticos en las elecciones del 4 de marzo recién pasado es claro: “Cambien el rumbo del país y resuelvan los problemas que todos sufrimos”.

Y para cambiar la realidad que vivimos no es necesario tratar quedar bien con todo el mundo, y menos con quienes están destruyendo El Salvador.

Expresidente de ANEP

@DaboubJorge