Concertación, despolarización y el futuro de El Salvador

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Por Elizabeth Castro

05 April 2018

Este es el primer tema que el partido ARENA ha elegido como punto de debate entre los precandidatos a la Presidencia de la República, Gustavo López, Carlos Calleja y Javier Simán.

Es una gran señal que ARENA esté poniendo sobre la mesa la necesidad de llegar a acuerdos, la necesidad de abandonar la confrontación y la desacreditación del contrario como forma de hacer política. Esto me hace pensar que ARENA ha comprendido el mensaje de los ciudadanos y decidió dejar de ser parte de la polarización.

De los tres candidatos, me consta, Carlos Calleja tiene una fuerte convicción de la urgente necesidad de trabajar intensamente en la unificación nacional y la consecución de consensos que impidan la destructiva polarización. Trabajar en equipo tomando en cuenta seriamente a los demás ha sido su filosofía de vida y ha deseado compartirla poniendo como ejemplo su desempeño en el mundo empresarial. Me impresionó mucho cuando leí su emotivo artículo denominado “Un país más competitivo”, publicado 6 años atrás, en el que revela esa convicción a que me he referido antes y que no tiene que ver con intereses coyunturales y que me permito reproducir.

“Un país más competitivo…

Somos muchos los salvadoreños que pensamos que El Salvador puede ser más de lo que es. Históricamente, aunque con algunos periodos de excepción, hemos vivido divididos. Hemos avanzado, pero el desgaste de esa división nos ha robado valioso tiempo para desarrollarnos como una nación más competitiva.

En una coyuntura como la que estamos viviendo, donde esas divisiones toman fuerza, considero que es tiempo de reflexionar, analizar cómo estamos, qué queremos impulsar como nación y, sobre todo, qué acciones debemos tomar en la búsqueda de la competitividad y la prosperidad.

Menos ideología y más patriotismo es una fórmula que podemos emplear para buscar los puntos en común que tenemos todos los salvadoreños. Que los discursos y retórica de izquierda y derecha, los señalamientos a clases oligarcas y trabajadoras, las divisiones de ricos y pobres, sean parte del pasado. Orientemos nuestros esfuerzos hacia el diseño de un plan de nación incluyente, donde prevalezca el orgullo nacional por sacar adelante a nuestro país.

Ya una vez nos sentamos a la mesa, exactamente hace 20 años y logramos importantes acuerdos. Veinte años después es tiempo de que nos sentemos nuevamente jóvenes, académicos, políticos, empresarios, religiosos, en fin, todos los representantes de nuestra sociedad para diseñar entre todos un plan de nación que trascienda los periodos presidenciales, municipales y legislativos.

Sé que suena idealista, pero siendo pragmáticos lo podemos lograr. Y digo “podemos”, porque contribuir al diseño y construcción de ese “El Salvador” pacífico con oportunidades que queremos, debe ser un compromiso de todos. De lo contrario, seguiremos gastando en vano energías, tiempo y recursos que tanto se necesitan para el combate de la pobreza, de la delincuencia y para la generación de empleos y una mejor educación para nuestro pueblo.

Alcanzar estos objetivos de nación requiere estar en la misma sintonía, tener claro cuál es el rumbo estratégico, contribuir todos al respeto de la institucionalidad democrática, propiciar la seguridad jurídica y sobre todo la transparencia.

Mi experiencia en la empresa privada me ha permitido comprender que la competitividad y el trabajo en equipo son pilares fundamentales del éxito de una compañía. Considero que es así como deberíamos trabajar por nuestra nación. Todos los salvadoreños contribuyendo desde nuestra especialidad a la consecución del objetivo de construir un El Salvador más competitivo.

Sin importar ideologías, con humildad y tolerancia se avanza. Si funciona en las empresas, ahora imaginemos los resultados que podemos lograr toda la fuerza laboral de nuestro país trabajando unidos con ese espíritu de servicio.

Espero que este pequeño esbozo sirva para despertar en todos nosotros un agente de cambio interesado en apostarle a la competitividad de nuestro país como parte esencial del camino a la prosperidad.

Todos podemos ser parte de la generación del cambio. Una generación, que posee grandes virtudes, que ve hacia el futuro sin los resentimientos del pasado. Una generación donde los más experimentados permiten el relevo generacional y reconocen la necesidad de diseñar entre todos ese rumbo que queremos los salvadoreños.

No digo que esta es la fórmula completa, pero enfocándonos en la competitividad considero que podemos brindar grandes aportes al desarrollo de nuestro pueblo, al éxito de nuestro país”.

La posición de Carlos Calleja no es ninguna improvisación, ni responde a oportunismos políticos, sino que es una convicción que tiene que ver con lo que representa:

Carlos Calleja es esa generación del cambio que tanto hemos esperado que tome las riendas del futuro del país. Gente joven, capaz, con gran preparación académica, exitosos en su vida empresarial, que saben cómo funciona hoy el mundo, sin complicidad con el pasado y que posean una visión del futuro del país que todos queremos construir y tengan el liderazgo para lograrlo.

Carlos tiene la preparación, el mundo, la cercanía con la gente y el liderazgo para ser el Presidente que necesita El Salvador.

Colaborador de

El Diario de Hoy