Los tendremos en la mira

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Por Inés Quinteros

04 April 2018

Hace algunos meses mencionaba que las elecciones no solo deben ocuparnos y preocuparnos cuando hay elecciones, pues el hecho de que nuestra atención al tema no sea permanente es lo que no nos ha permitido entender a cabalidad la dinámica legislativa, ni ha posibilitado que adoptemos de mejor manera el rol protagónico que nos corresponde en nuestra convivencia democrática. Somos agentes de cambios, pero no nos lo hemos creído del todo.

Acaban de pasar las elecciones legislativas y municipales, cuyos resultados confirman los bajos niveles de aceptación que hoy día tienen todos nuestros partidos político. Esto se debe, en buena medida, a la incapacidad de estos últimos para ajustarse a las nuevas realidades, así como su empecinado esfuerzo por continuar con prácticas que riñen con las más sofisticadas exigencias de probidad, austeridad, transparencia, meritocracia, rendición de cuentas y democracia interna.

Hay un mensaje que casi todos los ciudadanos entendemos, pero que los destinatarios del mismo aún no. Actitudes triunfalistas, resistencia al cambio, insistencia en el goce de privilegios, búsqueda de culpables fuera de las filas partidarias y ausencia de profundidad en el análisis, es lo que hemos encontrado en las primeras respuestas de los partidos políticos.

En lugar de propuestas legislativas concretas que intenten solventar los múltiples problemas que aquejan a nuestra sociedad, las primeras discusiones de quienes conformarán la próxima Asamblea Legislativa han girado en torno a la o las personas que ocuparán la presidencia y la junta directiva, algo que sin duda es importante pero para nada esencial.

Por ejemplo, las pasadas elecciones han dejado en evidencia algunos vacíos y problemas que se pueden presentar en materia electoral con la convivencia entre el voto por bandera y el voto por persona; pero en lugar de estar discutiendo sobre la forma de corregir estos defectos y seguir avanzando en la construcción del sistema, ya hay quienes se han atrevido a proponer regresar al pasado, eliminando el derecho ciudadano a votar por el candidato de su preferencia; en lugar de construir, destruir es la consigna.

Es cierto que en nuestro país las principales modificaciones al sistema electoral se han generado como resultado de las decisiones adoptadas por la Sala de lo Constitucional durante los últimos casi nueve años; pero también es cierto que estando o no de acuerdo con lo que en esa sede se ha venido resolviendo, no podemos negar que ha sido la pereza y la desidia legislativa las que en gran medida nos han llevado a ese punto; y en varios casos, la inexcusable desobediencia.

Lo que simple y sencillamente ha sucedido es que los partidos políticos se han negado a tocar temas sensibles, que les incomoda o que les resta prerrogativas, por lo que la justicia constitucional ha sido el cauce sustituto que han ubicado las exigencias ciudadanas.

Es entonces momento de demostrarnos a nosotros, los ciudadanos, que no tenemos necesidad de acudir a la protección de la justicia constitucional, porque los diputados electos van a cumplir con sus obligaciones y van a legislar para salvaguardar y viabilizar el ejercicio de nuestros derechos constitucionales. Los diputados deben asumir una actitud proactiva y no reactiva. ¿Por qué deben esperar una decisión judicial que les diga qué hacer y cómo hacerlo? ¿Por qué no hacerlo por propia iniciativa?

Para el caso, los diputados electos saben que una de sus más trascendentales tareas en el período 2018-2021 será elegir a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, Fiscal General y magistrados de Corte de Cuentas. ¿Van a esperar que exista una sentencia que les diga que otra vez se hicieron mal las cosas, o van a anticiparse y confeccionar un proceso que cumpla con las más recientes líneas jurisprudenciales y estándares internacionales?

¿Van a seguir desarrollando elecciones con un proceso que ya ha comprobado hasta la saciedad que no permite premiar el mérito y que favorece el reparto de cuotas partidarias? ¿o van a estructurar uno nuevo que de paso a elecciones transparentes, reflexivas, motivadas y con participación ciudadana?

Los diputados deben entender que muchos de sus electores esperamos un cambio radical y un divorcio absoluto con las prácticas legislativas ya enquistadas, en las que el oscurantismo, el favoritismo y la indecencia ha prevalecido. Los diputados tienen que saber que nuestras exigencias no buscan en lo absoluto debilitar el sistema de partidos, sino que, por el contrario, intentan su fortalecimiento.

Por nuestra parte, tenemos que asumir también nuestro rol, vigilando de cerca lo que harán y lo que no harán los diputados ya electos. Los primeros días serán clave en ese ejercicio ciudadano. Tenemos que lograr que sientan que los tenemos en la mira.

Columnista de El Diario de Hoy.

@hsaenzm