A ponernos las pilas

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Por Inés Quinteros

03 April 2018

Bueno, ¿y qué se hizo la Semana Santa, pues? A Mauricio Funes no le importa pues vive en permanente vacación, rodeado de lagos y volcanes, pero a nosotros, la fuerza laboral salvadoreña, se nos pasó como cometa de Steve Hawking.

Muchos fuimos a la mar, “bien chiva estuvo la Playa de Golden en la Costa”, recuerda la lorita Pepita, bien colorada y aún en bikini. Otros purificamos nuestras almas con la verdadera razón de la Semana Santa. La mayoría nos quedamos haciendo galladitas en la casa, comiéndonos un sorbetito en Plaza Mundo, y saboreando las torrejas mieludas de la abuela. “Ummmmmmm “se escucha desde el patio.

Pues lo vivido y comido la semana pasada, ya es historia. Ahora toca ponernos las pilas para desempeñar mejor nuestro trabajo, perseguir nuestros sueños, abrirle la puerta a la productividad.

Conversando sobre cómo ser más productivo –aún en calzoneta, durante el atardecer del viernes pasado, concluimos que nos tenemos que concentrar– FOCUS, en lo que hacemos, pues doña productividad, chiche cae en la tentación de don distracción.

¿Culpa de quién? Culpa del modelo de negocio de las empresas más valiosas del planeta, cuyos inventos nos tienen clavados en la pantalla de nuestro teléfono.

Cada ping, voice note, email, meeting request, tagueo, story, llamada… ¡S.O.S!, nos distrae de lo que estamos haciendo. El WhatsApp del negro, la foto de la novia, tu chat favorito, la opinión del influencer, el increíble ofertón, la nueva “pechonalidad” de aquella… ¡Todo!, una inyección de dopamina que, como nos gusta, volvemos por más y más y nuestra productividad menos y menos.

No digo que destripen su teléfono en la pared; pero ahora, que inicia el ciclo laboral post Semana Santa, usemos y no abusemos del celular, tanto en la vida laboral como personal.

Nuestra cultura corporativa ve con buenos ojos al empleado que se va de noche. No importa que haya llegado después del café de las 10, y haya pasado bostezando, y en las garras de IG, porque acaba de amarrar.

Para ser más productivos, no tenemos que irnos de noche. Lo que sí debemos, es cumplir un horario, dejar la hueva en la casa, FOCUS en la misión por la cual nos pagan, y el celular para el uso, no para el abuso.

El otro día, antes de levantarme (¡error!), abrí un WhatsApp de una puesta de mesa; cada cubierto, vaso y plato en su mandatoria posición, con la observación: “Yo no veo un celular, ¿verdad que usted tampoco?”.

Lástima que sí vemos muchos celulares en las salas de junta. Aplausos para las muy pocas reuniones con canasta para colectar los celulares mientras se cumple, al pie de la letra, la agenda establecida.

Nuevamente, la productividad no tiene que ver con la cantidad del tiempo que se le dedica a una responsabilidad; sí tiene que ver con la calidad del tiempo y con la puntualidad, virtud ausente en muchos, como en el que sigue choteando en Managua, el mismo que dejó chiflin in the hill hasta al Papa.

También tiene que ver con el balance entre el trabajo duro y el esparcimiento. Work Hard Play Hard dicen los gringos, ¡tanta razón!

No hay cuerpo que permanezca sano con el piloto laboral en rojo. Es necesario enfriar ese piloto con una salidita recarga pilas a media semana; con meterle a consciencia a algún deporte, alguna pasión; con ingerir nutrientes, no solo calorías; con una cerveza bien fría, con pareja de compañía, mientras compartimos vivencias del día. Eso sí, para que realmente baje la temperatura, estas actividades deben realizarse lejos del celular.

“A ver a ver, a ponernos las pilas”. Y a mover la colita también. No dejemos que nuestra productividad sea víctima de la distracción. No dejemos que nuestra salud sea víctima de trabajar y solo trabajar. La clave está en concentrarnos por encontrar el FOCUS total en lo que estamos haciendo, y en lograr el balance entre el trabajo duro y el sano esparcimiento.

No podemos esperar hasta agosto para descompresionar. “Ni quiera Dios”, suena bien afligida la lora.

Columnista de El Diario de hoy calinalfaro@gmail.com