Poder ciudadano vs. el ave de mal agüero

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Por Elizabeth Castro

16 March 2018

Me resultó muy grato emitir el sufragio en el centro de votación de Santa Elena y ver a ciudadanos como yo administrando los comicios. Antes había visitado la escuela Concha v. de Escalón, donde también me dio un sentimiento de familiaridad ver a personas particulares al frente de los comicios.

En los meses previos la duda era si concurrirían todos los miembros de las mesas que fueran convocados, o si aguantarían esa jornada extraordinaria de trabajo de hasta 16 horas o si no se excusarían a última hora con cualquier pretexto.

Sin embargo, al final hasta hubo de sobra y muchos se fueron frustrados de que a última hora no fuera necesaria su participación.

Justamente se trata de empoderar a los ciudadanos en estos deberes cívicos, pues es fácil criticar o esperar que otros actúen y quejarnos después porque las cosas salgan mal.

Como siempre hay un pelo en la sopa, lo que me desagradó hasta las náuseas fue un duelo de estridencias entre carros parlantes de ARENA y el FMLN casi a la entrada de la escuela, los primeros con música rock y los segundos con las ya aburridas canciones de protesta del siglo pasado. ¡Que busquen otro lado!, pensé para mis adentros.

Qué terrible que, 38 años después, siguen con lo de “la tumba donde los rojos terminarán” o “El pueblo unido jamás será vencido”. ¡Ya aburren! Pero al final eso fue la minucia. Lo más importante es que se trató de una jornada manejada por ciudadanos sin colores partidarios, sin dobles intenciones.

Ciertamente en los centros de votación había guías con chalecos de sus partidos para ayudar a los votantes a localizar sus urnas o evacuar otras dudas, pero creo que el ambiente era menos tenso que cuando tenía encima a miembros de las juntas receptoras que más bien seguían instrucciones de sus jefes afuera.

Creo que allí quedaron disipados los temores —el más paranoico, el presidente del “ente colegiado”— de que no funcionaría la disposición de la Sala de lo Constitucional de entregar a los ciudadanos la potestad de administrar las elecciones en sus comunidades.

Lo que sí es menester, sobre todo porque vienen las elecciones presidenciales, es mejorar las remuneraciones, alimentación y otros incentivos a los ciudadanos que integran las mesas electorales. Sobre todo, no debe repetirse más ese triste episodio de que los llaman para integrar las Juntas Receptoras de Votos y luego los descartan sin mayor explicación y sin tomar en cuenta que han sacrificado tiempo para capacitarse previamente.

Que habido problemas, abstencionismo, denuncias de fraudes, inconformidades y hasta riñas por resultados, sí, pero quizá es lo normal y no ensombrece el gesto de la ciudadanía de participar en las votaciones y definir el rumbo del país.

Tremenda lección para el ave de mal agüero que llamó a boicotear las elecciones. Seguramente hubiera querido que nadie acudiera, pero se equivocó. Recuerdo que en los años 80 se estrenó una película llamada Poltergeist, sobre un demonio que acosaba desde la pantalla de un televisor a una familia hasta hacerla abandonar la casa que habían comprado. Pues ahora tenemos una especie de Poltergeist en la política que busca espantarnos, dominarnos, hipnotizarnos, manipularnos y finalmente hacer que abandonemos nuestros deberes para con el país. Como en la película, a esos malos espíritus hay que exorcizarlos y echarlos de nuestras vidas.

Periodista.