El Dios Crucificado

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Por Elizabeth Castro

16 March 2018

El libro “El Dios Crucificado” del teólogo alemán de la Iglesia Reformada, Jürgen Moltmann (1926 - ), ha sido catalogado como un verdadero clásico de la literatura religiosa. Es uno de esos libros excepcionales, que deben ser leídos y re-leídos, con la intención de compenetrarnos con el pensamiento del famoso teólogo y llegar a comprender así cómo el Dios de los cristianos no se encuentra únicamente en un lugar especifico en el cielo, apartado del sufrimiento y dolor de Su creación, sino que, al acompañar en la crucifixión a Su Hijo, participa por extensión del dolor y sufrimiento de la humanidad en su totalidad.

La obra “El Dios Crucificado” fue publicado en alemán el Viernes Santo de 1972, un día que es de especial significado para los cristianos, pues marca la fecha de la crucifixión y muerte de Jesús en la Cruz. De esta manera, el libro ve la luz en una fecha propicia para agitar los cimientos de los conocimientos tradicionales sobre la imposibilidad de Dios de sufrir con el sufriente, hasta esa fecha idea dominante en la religión.

El mensaje de “El Dios Crucificado” incluye conceptos innovadores y transformadores que llevaron a los estudiosos de la teología a reprogramar su enfoque y perspectiva sobre lo que creíamos que eran o no las características de Dios, para finalmente abrirnos el camino hacia la posibilidad de que la Divinidad no solamente participo acompañando activamente a Jesús en el sufrimiento en la Cruz, sino que participa activamente en el sufrimiento de los humanos en la actualidad.

Este sufrimiento de la Divinidad en acompañamiento con la humanidad no hubiera sido posible si no aceptáramos la Crucifixión de Jesucristo como la Crucifixión del Dios Verdadero. Fue así como los eruditos teólogos que dirigían al cristianismo académico comenzaron a modificar el rumbo de lo que se pensaba sobre el sufrimiento y el dolor de Jesús en la Cruz en particular y del sufrimiento de la humanidad en general.

El significado de “El Dios Crucificado” como concepto y en forma práctica sigue siendo importante en el momento actual, pues lamentablemente seguimos crucificando a Jesús con nuestras acciones y omisiones: cuando pidiendo ayuda el necesitado, elegimos mirar en otra dirección; cuando re-victimizamos a los que ya sufrieron de las injusticias sociales, cuando optamos dar de lo que nos sobra para alimentar al prójimo necesitado, en lugar de compartir lo que tenemos. Es en todas y en cada una de esas ocasiones, que sin lugar a dudas volvemos a crucificar a Dios.

De manera que para dar crédito a Jürgen Moltmann, en la conformación de ese “nuevo concepto” del “Dios Crucificado” presentado hace casi medio siglo, debemos aceptar la dialéctica de la importancia de la muerte en la Cruz en el presente, pero también una Resurrección que significa vida plena en un futuro.

Con todo, la aceptación apropiada del concepto y la profundización de la temática del “Dios Crucificado”, desde la perspectiva cristiana, sigue siendo congruente con la tradición de la Iglesia y, por tanto, trascendental para valorar significados que se han considerado predominantes en la conformación de la Trinidad Divina: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, lo que indudablemente nos mueve a una fe más preparada, entregada y, por supuesto, más plena.

Médico y columnista

de El Diario de Hoy