El escenario de la unión

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Por Inés Quinteros

02 March 2018

La idea de que necesitamos otros Acuerdos de Paz proviene del deseo de los salvadoreños de lograr un sentido de unión, un lazo que nos una con una identidad común y que nos dé la base para lograr un futuro mejor para todos. Esta aspiración es legítima, es esencial para forjar la nacionalidad salvadoreña en el Siglo XXI. Pero el escenario de esa unión no es un salón de lujo en algún palacete en donde se firme un papel sino las comunidades mismas en las que esa unión se vuelva concreta en la búsqueda de un mejor futuro para la comunidad y para el pais. La unión que queremos no se puede lograr definiéndola en párrafos abstractos sino actuándola en el terreno, con objetivos definidos y acciones concretas. Luego, al haberla logrado, puede definirse en párrafos elegantemente redactados.

La manera de lograr esto es descentralizando actividades claves para la vida comunal, de tal forma que los habitantes de cada comunidad puedan coordinarse para darle forma a su futuro con el manejo de dichas actividades. Hay tres actividades claves que se prestan para la descentralización en la vida de cada comunidad: la educación elemental, primaria y secundaria; la salud básica, la cultura y el deporte.

Forjar comunidades es solo una de las razones para descentralizar. La centralización de nuestro país desconecta a los clientes de estos servicios que viven en las comunidades de los que manejan su provisión centralizadamente. Esto resulta en una falta de supervisión ciudadana de ellos, y una impunidad en las ineficiencias que aquejan a estas actividades. Estas ineficiencias provienen no solo de problemas administrativos sino también de la politización de estas actividades, que corrompe su funcionamiento.

En protesta a esas ineficiencias, en los últimos años se ha hablado mucho de la descentralización de estos servicios. En esas propuestas, sin embargo, la descentralización no se ha entendido hacia las comunidades sino hacia las municipalidades, lo cual no arregla los problemas porque las municipalidades están sujetas a los mismos problemas de la administración central—su politización, la falta de supervisión por parte de los usuarios de los servicios y la consiguiente ineficiencia y desperdicio.

Por supuesto, el manejo comunal de estos servicios públicos debe coordinarse con políticas nacionales establecidas y supervisadas por el gobierno central. En el caso de la educación, estas políticas deben incluir los programas mínimos que cada escuela debe cubrir, los reglamentos que deben seguirse para optar para posiciones en las escuela, así como la transferencia de dinero a las asociaciones de padres de familia que manejan las escuelas. Igualmente, el gobierno central debe coordinar la operación de las unidades comunales de salud, conectándolas con la red nacional del ministerio, definiendo las tareas de las unidades locales y transfiriéndoles el dinero necesario para su operación. Igual sistema puede instalarse para las unidades de cultura. Las personas que van a usar estos servicios son los que más interés tienen en que funcionen bien. La experiencia en muchos países desarrollados muestra que son los más adecuados para manejar estas instituciones.

Esta experiencia no es exclusiva de los países desarrollados. En los Años Noventa y principios del siglo XXI, los padres de familia salvadoreños demostraron claramente que pueden manejar las escuelas con gran eficiencia. El proyecto Educo, que trabajaba sobre este principio, ganó el premio al mejor proyecto social en el mundo entero, otorgado por el Banco Mundial. No solo eso. El proyecto generó una dinámica al nivel comunal que, si se hubiera continuado, se hubiera convertido en un motor de organización social como el que estamos buscando, y en la base para una democracia que surgiría de la comunidad hacia el país entero. Esta experiencia puede extenderse a las unidades de salud y a los centros culturales y deportivos que nuestro país tanto necesita.

Es sólo en el manejo de los problemas propios de las comunidades que nuestro país puede generar el espíritu comunitario que puede generar una verdadera democracia, y crear una identidad salvadoreña que nos lleve a la reunificación social que tanto necesitamos.Northwestern University.

Máster en Economía

Northwestern University.

Columnista

de El Diario

de Hoy.