Los impresentables

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Por Erika Saldaña*

26 February 2018

Hay que ir a votar. Si no un grupo de impresentables que dicen pertenecer a un partido republicano, viceministros cuestionados, personas incapaces o vividores del Estado llegarán a alcaldías y diputaciones. Este ha sido el mensaje que muchos columnistas y ciudadanos hemos tratado de transmitir a la gente. Solo seleccionando a los mejores candidatos de cada partido es que se puede empujar el tan necesario relevo generacional en la política.

Pero así como hay buenos candidatos, también hay personas a las que le queda grande el título de representante de los salvadoreños. Este 4 de marzo vote, pero no por los impresentables que ni su partido ni el Tribunal Supremo Electoral se atrevieron a depurar.

En El Salvador hay figuras que tienen salir de la política. Como voluntariamente no lo han hecho, usted puede negarles el voto y evitar que sigan desgastando las instituciones o aprovechándose del cargo. Como ciudadanos no podemos seguir manteniendo como funcionarios a personas ineficientes, que no han presentado resultados, presuntos corruptos, gente que engaña a la población con sus juegos de palabras y que han hecho de la política una forma fácil de sobrevivir.

Impresentables hay muchos. Personas que se han convertido en caciques de la Asamblea Legislativa, con décadas siendo diputados y resultados escasos. Un ejemplo de caciquismo a nivel municipal es la alcaldesa de Antiguo Cuscatlán, Milagro Navas. Desde hace 30 años ocupa la silla edilicia de un municipio que ha avanzado por iniciativa privada de su gente. No ha sido capaz de ofrecer respuesta a los problemas descontrolados de tráfico, parqueo y alumbramiento del municipio. No hizo nada por la reforestación ambiental y se ha disparado la contaminación visual a punta de vallas y mupis. Algo preocupante es que subestime la capacidad intelectual de las personas, manifestado que “su debate es con la gente no con su competencia” o que la “mejor alternancia ha sido la comunicación con el pueblo”. Hay que librarnos de quienes se aferran ilimitadamente a un puesto.

Otro que podemos clasificar como impresentable es José Luis Merino, candidato a diputado del FMLN, a quien congresistas estadounidenses han solicitado que se investigue por supuestos vínculos con narcotráfico y lavado de dinero. Merino, si es electo, mantendría la protección que le brinda el fuero constitucional; lo obtuvo al ser nombrado viceministro y ahora quiere ser diputado; si es acusado formalmente, será difícil juzgarlo. Además, sin ningún tipo de vergüenza manifestó que les iban a “mentar la madre” a los magistrados de la Sala de lo Constitucional si frenaban su candidatura. ¿Así se respetan las instituciones? Poco republicanismo y buena dosis de autoritarismo.

Merino también manifestó “que la gente se siente más segura en los barrios y las colonias”; así se sumó a otros impresentables como Misael Mejía, candidato a diputado por el FMLN, quien a finales del año pasado dijo que no era cierto que en El Salvador había zonas en las que se impedía entrar. O viven en una burbuja o deliberadamente dicen algo que cualquier salvadoreño sabe que no es cierto. Por cualquiera de las razones no pueden continuar en la vida política.

En la línea de alentar la polarización y sacar provecho de discursos radicales está el diputado Ricardo Velásquez Parker, otra vez candidato por ARENA, quien tacha de “hacerle los mandados al FMLN” a gente de su partido que tiene posturas distintas y promueve reformas constitucionales discriminatorias. Súmele la portación retadora de armas que, aunque legal, ilustra un carácter matón; o ser captado haciendo caricaturas del Presidente en la Asamblea, refleja pobreza de discurso y acción política, que nada colabora a solucionar los problemas del país.

Además, es preocupante que un abogado y miembro de la Comisión de Puntos Constitucionales ignore las sentencias de inconstitucionalidad sobre forma y tiempos para impulsar una reforma constitucional y aun así la proponga.Hay personas que no deberían ser funcionarios públicos; los primeros culpables son los partidos por mantener en sus filas a gente que aporta poco y contribuye al desgaste de la política salvadoreña; después la culpa es del TSE por no ejercer filtro ni depurar candidaturas que riñen con las leyes y la Constitución. No se convierta usted en parte de los culpables al votar por gente impresentable. Los ciudadanos también son un filtro. Vote, pero vote bien. Diga no a los impresentables.