¿Ya decidió su voto?

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Por Inés Quinteros

24 February 2018

El próximo sábado quienes aún no hayan decidido su voto para el día siguiente deberán hacerlo pensándolo muy seriamente. Pero otros solamente se habrán preocupado en comprar cervezas y licores antes del establecimiento de la ley seca. Eso, ¡qué tristeza!, mientras nuestro país continúa su calvario, caminando lentamente por la vía dolorosa de la violencia, la ineptitud, la gravísima falta de educación, medicinas, empleo y seguridad física y jurídica. Y esa indiferencia, ese no querer enterarse ni comprometerse tomando decisiones, es lo más grave y peligroso en nuestra actual situación.

No temo al FMLN ni a sus cómplices que, por una prebenda de cualquier tipo les venden sus conciencias, olvidando que debemos lealtad primordialmente a la Patria. Pero me causan verdadero pánico los votantes que, sin molestarse en darle pensamiento al peligro en que nos encontramos, votarán por el FMLN o por sus cómplices, sin reparar en que están fortaleciendo a los enemigos de El Salvador. Igualmente me aterran quienes no votarán por nadie, porque para los efectos prácticos es lo mismo.

¿Por qué me causan terror? Porque la única razón para votar por quienes hacen tanto daño es porque están cegados por el odio, esa prédica venenosa que venimos escuchando desde épocas del presidente Duarte. (“Con Duarte aunque no me harte”, ¿recuerdan?). Es decir, el odio que les insuflaron contra quienes tenían bienes (pocos o muchos, sin importar cuánto hubiesen trabajado y sacrificado para obtenerlos) era tan grande que con tal de que “esos ricos” estuvieran mal, no importaba estar todos peor.

Hoy lo vivimos nuevamente, en grado superlativo. Y ese odio se ceba en los empresarios, los areneros, las gremiales e instituciones que promueven la libertad y el libre mercado y, en general, en todos aquellos a quienes, con desprecio y gesto torcido, nos califican “de derecha”.

Ante esto, ¿qué hacer?

Educar, por supuesto, pero eso es insuficiente. Para neutralizar ese odio, todos los salvadoreños responsables –y especialmente los buenos políticos– debemos ser exageradamente cuidadosos en nuestra conducta hacia los demás, actuando con solidaridad pero con justicia. Solamente siendo correctos en toda la extensión de la palabra se pueden merecer el respeto y la credibilidad necesarias para disminuir ese odio, sembrado por tanto tiempo. El daño que han hecho es tan grande, que posiblemente pasen varias generaciones antes de ver resultados, pero es indispensable iniciar ya esa tarea. Paralelamente, las condiciones nacionales deberán ir mejorando, que la gente sienta que con trabajo honrado y cumpliendo las leyes se puede progresar.

Para eso nuestro voto debe ser bien pensado: nada de “me gusta” para dárselo a una cara “fotochopeada”, ni un “me cae mal” para descartar a personas cuyas cualidades les califican para desempeñarse muy bien en cargos de elección popular. Para librar la batalla contra ese odio de clases, motor de pobreza y subdesarrollo, para ir botando tanto lastre que nos impide el despegue al que aspiramos, debemos elegir a los mejores. Lo venimos repitiendo hasta el cansancio, porque la gravedad de los resultados de las elecciones del 4 de marzo requiere que, hasta el último instante, tratemos de despertar a nuestros compatriotas para que todos ejerzamos, responsable y patrióticamente, nuestro deber de votar.

Vayamos a las urnas masivamente, votemos por los mejores y castiguemos al FMLN y a sus cómplices. El Salvador así lo exige.

Columnista de El Diario de Hoy