Visión 2018 – 2019 para Latinoamérica y El Salvador

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Por Inés Quinteros

20 February 2018

El mundo es cada día más incierto. Tenemos tecnologías disruptivas en muchas industrias y el cambio se acelera de manera exponencial. Además, estamos viendo mayor polarización política y fricción entre potencias nucleares. La globalización está dando un giro hacia el aislamiento nacional, promovido por políticas como las del presidente Trump y observado en pensamiento popular como en las elecciones del Reino Unido que llevaron a su salida de la Unión Europea (Brexit). Además de todo esto, el terrorismo y fanatismo religioso a nivel mundial se está volviendo más evidente, con mayor frecuencia de ataques a personas inocentes en muchas naciones, sobre todo recientemente, en Europa. El mundo es cada día más incierto.

Dado todo esto, y el efecto todavía en nuestras mentes del colapso económico en 2008 y 2009, inversionistas a nivel mundial han recurrido a invertir en instrumentos de bajo rendimiento a cambio de seguridad del capital invertido. Tasas de interés, aunque han subido recientemente, todavía están en niveles históricamente bajos, haciendo cualquier compra de activos, extremadamente caro. Los múltiplos para adquisiciones están muy inflados, haciendo casi inevitable que los rendimientos en la próxima década de la mayoría de inversiones sean menores que el promedio del pasado.

Aterrizando un poco en Latinoamérica, estamos viviendo un cambio en el ciclo tanto político como económico y, además, un fuerte rechazo generalizado hacia la corrupción. A nivel político, podemos observar un movimiento ideológico hacia la derecha, producto de la generalizada desilusión con los resultados de del Socialismo del Siglo XXI del difunto Chávez y sus aliados. Los proclamados gobiernos “del pueblo” fallaron entender las necesidades del mismo pueblo que dijeron proteger, sobretodo obviando el hecho que ningún país puede salir de la pobreza sin crecimiento económico sostenible, sin fuentes de empleo. No entendieron que recaudación fiscal adecuada y sostenible necesaria para reinversión en educación, salud y programas sociales, necesita de un adecuado clima de negocios (simplemente subir impuestos de manera indiscriminada frena la inversión y, por lo tanto, el empleo).

Hay que reconocer que muchos de estos “zig-zag” ideológicos también se han dado por la desesperación generalizada de muchos ciudadanos que se sintieron descuidados por gobiernos de derecha anteriores; gobiernos creyentes en la teoría del rebalse, que no crearon los mecanismos para que parte de la riqueza generada pudiera llegar a beneficiar a la gente más necesitada. Esperemos que con el cambio de timón que estamos viendo, futuros gobernantes de derecha generen políticas incluyentes en las cuales enfoquen el verdadero desarrollo económico y social.

También esperemos que como votantes entendamos que elegir en base a simple popularidad o ideología no es suficiente para transformar un país. Para eso se requiere de líderes con corazón y empatía, pero también una cierta sofisticación para poder entender y enfrentar los problemas que más nos afectan; líderes que cuenten con visión, el mejor equipo, y capacidad de ejecución. Debemos de recordar que un gobierno es la organización más compleja y liderar dicha organización no es para cualquiera.

Yo tengo fe que en nuestro país las cosas van a mejorar en los próximos años. Lo primero es salir a votar y escoger a la mejor gente. Cuando hablo de la mejor gente me refiero a personas íntegras, con verdadera vocación de servicio público y con experiencia específica relacionada a resolver los tipos de problemas que afrentamos. Así como no contrataríamos a un poeta para construir una casa, no elijamos a personas con falta de experiencia en lo que requiere el país y esperemos que milagrosamente tengan éxito. No es que no quieran. Es que no pueden, no saben cómo.

El cambio positivo requerirá también de una visión distinta de cada ser humano. Debemos darnos cuenta que el odio y la división solo nos mantienen paralizados y es la fórmula segura del fracaso. Además, necesitamos entender que la única manera de lograr éxito es celebrándolo, cosechándolo, y no resintiéndolo. Y ya que estamos en esto, debemos apartar a aquellos que lo único que buscan es nunca ser parte de la solución.

La transformación se dará cuando contemos con un verdadero matrimonio entre tres: sensibilidad, integridad y pragmatismo. Sensibilidad, para identificarnos con la dura realidad que muchos viven; integridad, para hacer lo correcto; y pragmatismo, para hacer lo que funciona independientemente de dónde vengan las ideas y ejecutar soluciones de alto impacto, que realmente hagan una diferencia.

Empresario. @fernandopoma