Mi Verdadero Yo

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Por Inés Quinteros

20 February 2018

Si presta atención al detalle, seguro ya se dio cuenta que, desde el 1 de febrero, las fotos que acompañan notas como esta cambiaron, de tamaño cédula, a ¾'s de cuerpo. Los que escribimos en EDH fuimos los primeros en enterarnos, de esta evolución en diagramado, cuando nos citaron - “con camisa blanca y saco”, a tomarnos la foto en las agradables instalaciones del Altamirano Media Group.

Sentimientos encontrados. Por una parte, qué bueno que vamos a renovar nuestro look, pero por otra, en mi caso, el saco y camisa blanca no reflejan mi verdadero yo.

Así lo señalaron varios de mis lectores: “Te ves mejor en traje de ciclista”, “pouta Calín, haciéndote el importante…”. “¿Quién se casa, licenciado?”.

Tienen razón, usé tacuche durante los primeros 19 años de mi vida laboral pero, desde hace una década, la vestimenta de sol a sol es sin nudo en el buche, ni acalorado con saco, más ahora que trabajo con milénicos.

Entonces, para que se hagan una mejor idea de quien les escribe, y así conectar mejor con ustedes, decidí cambiar mi look de licenciado, a la foto que ahora estreno. Señoras y señores, les presento a mi verdadero yo. “El mero mero Calín zapatos de calcetín”, anuncia la lorita Pepita.

Hablando de nuestro verdadero yo, qué regada la del fotógrafo del futuro alcalde capitalino. Tapizaron la capital con un Neto con cara de Kiko en tiempos de hambre: Cachetes desinflados ojeras y pálido, pálido.

Seguro su mamá le dijo, “ese no sos voz Netío” pues, de la noche a la mañana, aparecieron carteles con la foto de su verdadero yo.

Dan risa los “falsos yo”, retocados con Photoshop, que piden nuestro voto en la vía pública. Con cara de pan de Dios sacan a Merino, quien persigue el fuero que le daría un curul para blindarse ante acusaciones de lavado y otras hierbas. No es el caso de Gallegos, a quien lo imprimieron con cara como la del otro Merino cuando le disparó a una mujer policía.

Triste que en vez de pescar nuestro voto, develando sus hojas de vida, y su estrategia en caso ser elegidos, se enfrasquen en una batalla de contaminación visual facial.

Política aparte, la tecnología nos incentiva a proyectar nuestro falso yo. Con Instagram Faces, las damas se alargan las pestañas, se aplican el toque perfecto de maquillaje, se blanquean los dientes, se agregan “pechonalidad”, y borran sus patas de gallo. Si quiere ver lo que describo, digite #prettyfaces en la lupita de Instagram.

La industria del falso yo, también está vivita en las clínicas de cirujanos plásticos; “y coleando en sus redes sociales”, grita la lorita Pepita, mientras muestra un implante de silicón en Facebook live. Más vale una dulce mentira que una triste realidad, lee el video con 90k views y 382 comentarios y contando.

Los hombres no somos tan coquetos; salvo aquellos que se tiñen las canas aunque se les note a la legua. Les juro que la foto de mi verdadero yo no tiene filtros, retoques, implantes, ni views, ni comentarios. Así soy yo, ojos chinos, piel tostada, traga años, conforme de como Dios me trajo. Sin ánimos de jactarme, dicen que me parezco a Antonio Banderas. ¡A su hermano menor quizás!

Cierto, me llamo Antonio (Carlos Antonio); pero qué importa si algunos ven semejanza con el actor. Lo que me importa es que mi verdadero yo es bendita fuente de energía, deportista, motociclista, ciclista, publicista y columnista.

Al igual que a la mayoría de salvadoreños, a mi verdadero yo le duele lo patas arriba que tienen a nuestro país y, con la esperanza de neutralizar el desencanto de la gente con los falsos yo omnipresentes en la vía pública, anda en cruzada predicando el deber sagrado que es ir a votar, para El Salvador poder rescatar.

Si su verdadero yo lo que aspira es oportunidad, tranquilidad y libertad, es hora de actuar. Ya va a ser 4 de marzo, y como a El Salvador no podemos traicionar, TODOS DEBEMOS VOTAR.

*Columnista de El Diario de Hoy

calinalfaro@gmail.com