Alianzas que restan

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Por Elizabeth Castro

12 February 2018

Sería pecar de ingenuidad no entender que no todos los aspectos de la política son pulcros. Que, en política, la victoria a veces implica ceder en las posturas propias y buscar alianzas. Que, a veces, ganar implica hacer concesiones y buscar terreno común aun con aquellos con los que no se comparte al ciento por ciento posturas en materia de políticas públicas. Que, a veces, de nada sirve enconcharse en platitudes si para llegar a lo práctico, a implementar políticas públicas al servicio de la gente, hace falta el importantísimo primer paso de ganar la elección. Sin embargo, hay límites. El fin, por noble que sea, jamás va a justificar medios nauseabundos. Y hay alianzas que, paradójicamente, restan más que suman.

Cabe preguntarse si la presión de conseguir el fin de ganar la alcaldía de San Salvador le ha ofuscado al candidato arenero la visión. Es sumamente confuso que haya decidido, a pesar de no encontrarse en una elección especialmente competitiva, aliarse con el diputado Guillermo Gallegos para fines de hacer campaña. Si lo que buscaba con la alianza era sembrar la imagen de un candidato conciliador, con visión de país y apertura al pluralismo, no fue este el efecto que su llamado a votar por Gallegos dejó en los ciudadanos que, como yo, padecemos de buena memoria.

Para los que no se acuerdan, Guillermo Gallegos fue uno de los más grandes aliados políticos de Tony Saca, prestándole el vehículo político para que intentara llegar a la presidencia por segunda vez, aparentemente sin objeción alguna al corrupto uso de fondos públicos que Saca hizo en su administración. Gallegos es el mismo que dijo el año pasado que si GANA, el partido que se vende al mejor postor y carece de cualquier tipo de principios respaldados por una filosofía política coherente, no existiera, “este país sería inviable”. Gallegos, el mismo que considera que las mismas medidas excepcionales que nos han hecho blanco de condenas por parte de la comunidad internacional, son maneras justificadas de combatir el crimen. Gallegos, que cada vez que puede recomienda que se reinstaure la pena de muerte, demostrando que claramente le parece que el uso fatal de la fuerza estatal en contra de un ciudadano es justificable. Durante el período en el que se encontró al frente de la Asamblea Legislativa, la fundación sin fines de lucro de la que su esposa era responsable recibió fondos gubernamentales por los que nunca rindió cuentas, demostrando un claro desprecio por la ética gubernamental.

Que el candidato que lidera las encuestas en la elección por la alcaldía de San Salvador haya decidido que aliarse con alguien con semejante perfil era un mal menor, lleva a cuestionar su criterio. Valdría la pena que los medios cuestionaran qué (más allá de la matemática electoral), específicamente, busca el candidato de San Salvador sacar de este contubernio. La pregunta no vale la pena hacérsela a Gallegos, que nunca ha presumido de guiar su carrera política con base en principios consistentes de ningún tipo. Pero al candidato que dice ser “el cambio positivo” para la municipalidad capitalina, valdría la pena cuestionarle qué, de los capítulos penosos que pueden destacarse en el currículum de Gallegos, es lo que agrega valor a su candidatura, y si acaso, considera que esta ocasión el fin justifica los medios.

* Lic. en Derecho de ESEN

con maestría en Políticas Públicas

de Georgetown University.

Columnista de El Diario de Hoy.

@crislopezg